Esta sonoridad se creía capaz de invocar a Satanás o despertar deseos sexuales. El monje benedictino Guido de Arezzo, del siglo X, precursor de la notación musical moderna, documentó por primera vez este intervalo. Aunque la supuesta prohibición religiosa concluyó en la época barroca, en el Clasicismo y el Romanticismo, se comenzó a utilizar con mayor libertad, basándose en consideraciones técnicas más que supersticiosas. Richard Wagner, por ejemplo, empleó el tritono magistralmente en su obra "El ocaso de los dioses".
En tiempos posteriores, el tritono encontró un hogar en géneros musicales como el jazz y el heavy metal, donde bandas como Black Sabbath lo incorporaron de manera prominente. A medida que la comprensión musical avanzaba, el tritono dejó de ser temido por su supuesta asociación con lo demoníaco, y en cambio se admiró por su habilidad para generar tensión y enriquecer la paleta musical.
La evolución del tritono ejemplifica cómo las creencias religiosas pueden impactar en la percepción y regulación de elementos culturales.
Aunque alguna vez considerado malévolo, el tritono finalmente se liberó de su estigma y se convirtió en una herramienta apreciada para compositores y músicos en una variedad de géneros. Esta transformación destaca la importancia de cuestionar y reevaluar las nociones impuestas, permitiendo que la música y la creatividad superen las limitaciones impuestas por la superstición y el dogma, y evolucionen hacia una expresión artística más amplia y rica.
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