ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 59 | 13.09.2024

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LOS RINCONES ESOTÉRICOS DE LA LITERATURA ARGENTINA, PARTE 3

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La literatura argentina ha sido un terreno fértil para la exploración de temas esotéricos y ocultistas a lo largo de su historia, lo que ha contribuido a enriquecer el género policial y fantástico en el país. La década de 1940 vio la publicación de obras notables en este género. Lisardo Alonso, con su novela "La vuelta de Oscar Wilde" (1948), parodió y denunció a los grupos espiritistas en los barrios de Buenos Aires. Néstor Morales Loza, colega de Alonso, escribió "La muerte en el oráculo" (1954), una destacada novela policial que incorporó elementos de adivinación en su trama. Por otro lado, Variley creó una serie de novelas protagonizadas por el detective Mario Walter, que se sumergen en el mundo esotérico.

"Cuatro gotas de curare" (1948) es una novela que explora la reencarnación con raíces en el antiguo Egipto. Además, J. J. Bernat, bajo el seudónimo "John Traben", escribió más de 150 novelas apócrifas del detective Míster Reeder, algunas de las cuales abordaban temas esotéricos. Luis María Albamonte contribuyó con "El viajero hechizado" (1953), una obra que merece una atención más profunda de la crítica debido a su imaginario literario. Conrado Nalé Roxlo, Bonifacio Lastra y Héctor Murena también publicaron obras con rasgos esotéricos en esta década.

La década de 1960 comenzó con la publicación de "Sobre héroes y tumbas" (1961) de Ernesto Sábato, que profundizó en el esoterismo y el mundo oculto en su trama. Otto Carlos Miller y Ricardo Romero continuaron explorando estos temas en sus obras posteriores. Eduardo Goligorsky, bajo el seudónimo "James Alistair", publicó "Pesadillas" en 1962, un volumen de cuentos de horror que merece un mayor reconocimiento. Alejandro Von Der Heyde también comenzó a escribir cuentos fantásticos con elementos esotéricos en esta década.

Adolfo Bioy Casares, conocido por su obra, también exploró el esoterismo en sus escritos. Abel Posse abordó el concepto de "nazismo mágico" en su novela "El viajero de Agharta" (1989). La poesía también ha estado impregnada de estas disciplinas herméticas, con autores como Alejandra Pizarnik, Beatriz Schaefer Peña, Alberto Girri y otros destacados.

La década de 1970 presentó a Juan Jacobo Bajarlía, quien escribió novelas policiales con elementos ocultistas, como "Los números de la muerte" (1972) y "El endemoniado señor Rosetti" (1977). Otros autores, como Tibor Chaminaud, Juan Carlos Licastro y Diego Arandojo, continuaron la tradición de la literatura esotérica en Argentina.

En la década de 1990, Alberto Laiseca publicó "Los Sorias" (1998), una obra que explora profundamente el esoterismo y crea una mitología única. Carlos Eduardo Antonio Feiling y Matías Bragagnolo también contribuyeron al género. Leonardo Oyola incorporó elementos esotéricos en sus novelas policiales como "Santería" (2008) y "Sacrificio" (2010). Mariana Enríquez exploró temas ocultistas en su colección de cuentos "Los peligros de fumar en la cama" (2009).

La literatura argentina ha sido influenciada y enriquecida por el esoterismo y las disciplinas ocultas a lo largo de las décadas, proporcionando un terreno fértil para la creatividad y la exploración en el género policial y fantástico. Estos autores han contribuido significativamente al desarrollo de una narrativa con raíces ocultistas y herméticas en Argentina, aportando su propio estilo y enfoque a estas temáticas, a pesar de la falta de reconocimiento crítico en muchos casos.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 11

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