En la antigua Galia, Noctícula era una figura temida y venerada. Conocida como "La Diana de Galia", fue la principal representante de las vampiresas en Francia durante la Edad Media. Su culto se remonta a tiempos antiguos, siendo heredera de una diosa gala de los vampiros. Su culto alcanzó su auge en el siglo XII, coincidiendo con los juicios y persecuciones de la Inquisición. A pesar de esto, no era una entidad popular en estos procesos debido a su relación cercana con sus seguidores. Según el demonólogo Johann Weyer en su obra prohibida "De Praestigiis Daemonum", fue consorte de demonios, quienes le tributaban los sacrificios que recibían de sus devotos, ya que ella se mostraba amable con los suyos.
Su ciclo de alimentación coincidía con las fases lunares, y su dieta era la más abominable entre las razas y clanes de vampiros de la Edad Media. En otro libro prohibido, "Pseudomonarchia Daemonum", su autor describe los espantosos rituales en honor a Noctícula, representada como una escultura de piedra con fauces abiertas en perpetua sed. En esta abertura se depositaban las ofrendas, prefiriendo extremidades amputadas, que luego de varias semanas eran repartidas entre sus seguidores como plato principal en un banquete macabro. A veces, dicen, restauraba mágicamente los miembros amputados y los devolvía a sus dueños originales, quienes seguían el ritual rigurosamente.
Su culto era relativamente popular en el sur de Francia y estaba integrado exclusivamente por mujeres. Esta diosa no aceptaba miembros masculinos entre sus devotos, y se decía que bastaba con que un hombre pronunciara su nombre para que no viera la luz de un nuevo día, estos tomaban precauciones para no mencionarla frente a las mujeres, ya que cualquiera podría ser su devota.
Sobre las ceremonias de Noctícula se sabe poco y de lo poco, se prefiere no hablar. Sus ritos se realizaban en la noche, en bosques antiguos que aún resonaban con el canto perdido de las druidesas. Las mujeres llegaban a caballo al punto de reunión, establecido por la sacerdotisa mayor. Antes de ingresar al ritual, debían firmar con sangre en "El libro de las sombras", un registro donde juraban que ya no se consideraban humanas, sino vampiresas.
En el siglo XVIII, eruditos franciscanos afirmaron haber encontrado un libro de las sombras de las ceremonias de Noctícula, donde se observaban los nombres de varias seguidoras y algunos ritos escandalosos que la prudencia y el decoro exigen omitir. El legado como diosa de los vampiros sigue siendo un tema de fascinación y misterio, una figura que evocaba tanto temor como devoción en sus seguidores.
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El PELADO Investiga
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