Según la leyenda, la diosa Tetis convenció a Aquiles de disfrazarse como mujer para evitar participar en la guerra de Troya y la muerte que le esperaba. Así, bajo el nombre de Pirra, vivió en la corte de Licomedes, rey de Esciro. A pesar de su apariencia delicada, Aquiles forzó a Deidamia y de esa relación nació su único hijo conocido, Neptólemo.
Odiseo, consciente de la importancia de Aquiles en la guerra de Troya, lo buscó disfrazado de vendedor de joyas. Aunque Aquiles se esforzaba por mantener su papel de mujer, Odiseo finalmente lo identificó a través de una estratagema, como el único individuo desinteresado en las joyas.
En la historia mitológica, Aquiles ha sido objeto de diversas acusaciones a lo largo del tiempo. Desde ser señalado por Platón como pederasta, amante de su primo Patroclo, hasta ser acusado por Esquines de raptar y amar a Briseida, prima hermana de Héctor, príncipe de Ilión. El héroe también enfrentó situaciones desafiantes en el inframundo, como cuando se reunió con Odiseo y expresó su preferencia por ser una doncella fea en Grecia que un rey entre los muertos.
A pesar de las dificultades y acusaciones que enfrentó, el destino de Aquiles le deparó una última alegría: casarse con Medea y vivir eternamente en los Campos Elíseos. Su descendencia llegaría hasta Olimpia de Epiro, madre de Alejandro Magno, quien reivindicaría el pasado transgénero de su ancestro y su feroz habilidad en la batalla, resultado tal vez de su desapego a las formas convencionales del amor.
La vida de Aquiles es un ejemplo de la diversidad y complejidad de los héroes mitológicos, y su representación como el primer héroe transgénero destaca la riqueza y variedad de experiencias que existen en las narrativas antiguas. Su legado perdura en la historia y sigue siendo una fuente de inspiración y discusión sobre la diversidad de género y la identidad en la mitología clásica.
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