A través de sus seguidores, alega haber sido condenado injustamente a los abismos del inframundo. No solo eso, sino que también discrepa con Satán en cuanto a la gestión administrativa de la región poblada por almas condenadas y santos extraviados.
El nombre "Astaroth" tiene sus raíces en la diosa fenicia “Astarté”, también mencionada en la Biblia como “Ashtoreth”, tanto en singular como en plural, denotando la multiplicidad de sus representaciones y estatuas. Aunque en los compendios demonológicos se le clasifica como un demonio, etimológicamente, Astaroth sugiere una entidad femenina con múltiples facetas.
La primera vez que se lo presenta como un demonio masculino se remonta al libro "El libro de Abramelin", que data aproximadamente del año 1458. La iconografía asociada varía; en el "Dictionnaire Infernal" de Colín de Plancy, se le representa como un ser alado con extremidades de dragón que cabalga sobre un licántropo.
Johann Weyer, describe la apariencia de Astaroth como repugnante y su aroma tan nauseabundo que quienes lo invocan deben llevar un anillo de plata en la nariz para soportar su pestilencia. Weyer también proporciona información adicional en el "Pseudomonarchia Daemonum: Liber officiorum spirituum" En contraposición a estas perspectivas, Francis Barrett, en su obra "El Mago", argumenta que es en realidad el patrón de los inquisidores.
A pesar de sus quejas y descontento, ocupa una posición privilegiada en el infierno como tesorero general, un cargo que aborrece, quizás debido a su asociación con banqueros y hombres de negocios. Esta conexión le ha ganado el título de "Señor de la putrefacción y de los vahos cadavéricos" Astaroth, un enigma dentro del panteón demonológico medieval, que sigue suscitando preguntas y debates sobre su verdadera naturaleza y funciones en el inframundo.
Recopilación
El PELADO Investiga
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