En Japón, la llegada del Año Nuevo no se celebra únicamente con fuegos artificiales y brindis; en cambio, se sumergen en una tradición única y espiritual conocida como 'Joya no kane'. A diferencia de la tradición occidental de las doce campanadas de medianoche, implica el resonar de las grandes campanas de los templos, llamadas Tsuri-Gane, exactamente 108 veces. Este número tiene un significado profundo en la cosmovisión budista, ya que representa los 108 defectos o impurezas que, según la creencia, los seres humanos albergan en sus corazones. Estos defectos deben ser eliminados antes de dar la bienvenida al nuevo año, simbolizando un renacimiento espiritual y un comienzo fresco.
La ejecución de los 108 toques de campana es una ceremonia meticulosamente llevada a cabo. En lugar de utilizar el badajo, se emplea un gran mazo de madera, similar a un gong, para producir el resonar característico. La elección del número 108 no es aleatoria, sino que tiene profundas raíces en la filosofía budista. Se cree que existen 108 deseos mundanos que afligen a la humanidad, y tocar la campana 108 veces representa la superación de estos deseos. La repetición del número en diferentes contextos budistas, como las 108 cuentas en un mala (rosario budista), enfatiza su importancia simbólica y espiritual.
Algunos templos comienzan a tocar las campanas una hora antes de la medianoche, completando los 108 toques justo en el cambio de año. Este enfoque crea una transición simbólica, marcando la limpieza espiritual antes de la llegada del nuevo año. En otros templos, la tradición se divide en dos partes, con 54 toques antes de la medianoche y los restantes 54 después del cambio de año. Este formato dual resalta la continuidad del proceso de purificación a medida que el reloj avanza.
La singularidad del 'Joya no kane' no se limita solo al conteo de las campanadas, sino que también involucra la participación activa de los devotos. Durante este ritual, las personas se esfuerzan por reflexionar sobre sus acciones y pensamientos del año pasado, buscando liberarse de las impurezas mentales y emocionales. Es un momento de introspección, donde la comunidad se une en la búsqueda de la renovación espiritual. Además de su significado religioso, el 'Joya no kane' también se ha convertido en una expresión cultural arraigada en la sociedad japonesa. La práctica es seguida y apreciada por personas de diversas creencias, convirtiéndose en una tradición compartida que trasciende las fronteras religiosas.
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