Una carta es enviada al primer ministro inglés; si en una semana no anuncia la renuncia a la fabricación de armas atómicas, el firmante de la misma -el profesor Willingdon, activará una bomba que destruirá el parlamento británico y, con ello, la onda expansiva se extenderá a buena parte de Londres. Este acto desencadena una serie de eventos que exploran tanto la psique del científico como las reacciones de la sociedad y las autoridades ante la inminente amenaza.
Nos detenemos en nuestra línea de tiempo, el día, 30 de octubre de 1950, la fecha que se estreno esta película, que lleva por nombre en español, Ultimátum, en el Reino Unido, que se sitúa en el contexto de la Guerra Fría y aborda de manera impactante la temática de las armas nucleares.
(1950) ULTIMÁTUM. El SCI-FI que TODOS OLVIDARON
Se erige como una obra maestra en su género, destacando por su precisa maquinaria narrativa y la habilidad para presentar al científico desquiciado con una complejidad humana que, aunque a ratos se muestra amenazadora, genera un impacto emocional profundo.
La fuerza de Ultimátum, radica en su encomiable sentido de la lógica, donde cada detalle, cada característica, se entrelaza con precisión. Estos elementos varían desde momentos de suspenso hasta secuencias políticas que revelan las decisiones del primer ministro y su gabinete.
Ultimátum, se distingue como pionera en el cine catastrofista, influyendo posteriormente en la ciencia ficción de los años 50 y en las películas estadounidenses de la Guerra Fría de la década del 60. A diferencia de otras producciones de este género, la película no otorga un protagonismo desmesurado a militares o políticos, estableciendo así una dinámica única en el subgénero.
Resultan interesantes algunos momentos de la trama, como cuando el protagonista escucha al primer ministro en la radio... desde un Museo de Historia Natural. Los esqueletos de un dinosaurio ocultan al loco científico, en un claro mensaje de extinción (la de la humanidad, de seguir por ese camino).
Los carteles con su imagen que es empapelada toda la ciudad y los medios de transportes se vuelven cada vez más omnipresentes, y la cercanía del ejército se suma a la creciente tensión, mientras el destino coloca a su hija y su novio en la trayectoria de la investigación.
La primera secuencia dentro de una parroquia en ruinas, testigo de los estragos de la guerra pasada, lleva a una catarsis dolorosa, donde las acciones del científico, a pesar del daño inminente, generan compasión y un suspenso aterrador.
Lo peculiar de la película radica en la presentación del científico como el "villano". Aunque sus acciones amenazan con la destrucción, no encaja en el estereotipo del terrorista implacable. Sus referencias constantes a la Sagrada Escritura, especialmente al libro del Apocalipsis, revelan un personaje atormentado, apremiado por nervios que lo llevan a caminar sin cesar en su cuarto mientras contempla por la ventana la ciudad londinense descansando en la tranquilidad de la noche. Este enfoque, más que presentar a un villano convencional, muestra a un individuo complejo y equilibrado, lo que lo convierte en uno de los terroristas más inusuales y fascinantes en la historia del cine.
Sin embargo, surge una crítica significativa hacia la falta de comprensión del personaje principal y sus motivaciones más allá de la locura. Este enfoque opaca el mensaje central de la película sobre la amenaza nuclear y la inevitable extinción de la humanidad si no se abandona el camino de la fabricación de armas atómicas. A pesar de dejar claro este tema, el film a veces parece utilizar la amenaza como una mera excusa para una narrativa pasable.
¿Por qué no se la recuerda?
Ultimátum, a pesar de ser una película amable y atractiva para los amantes del cine clásico, puede no satisfacer completamente a la audiencia moderna, especialmente a la generación Y y Z, que buscan narrativas más condimentadas y emocionantes. Las imágenes del film, respiran autenticidad, pero en sus aterradores fotogramas casi de conclusión, con esa ciudad prácticamente desierta, no dejan de preludiar, posteriores y prestigiadas experiencias, puestas a punto en USA, como “La hora final”, 1959 de Stanley Kramer, con un gran elenco de la época como por ejemplo a Gregory Peck y Ava Gardner y otro clásico del género que también establece las bases en lo que refiere al único sobreviviente en “El mundo, la carne y el diablo”, también del mismo año, dirigido por Ranald MacDougall.
En la actualidad, Ultimátum, solo es recordada, en algunos círculos del cine clásico, como un thriller pasable y un reflejo gris de los años de la Guerra Fría que como una obra maestra. Aunque puede considerarse influyente, sobre todo en la estructura que comparte con thrillers posteriores, las fallas narrativas que contiene, hacen que la historia decaiga y el protagonista termine como un desequilibrado con delirios religiosos. Tanto el guionista y el director tenían entre manos una auténtica joya del cine nuclear, que bien llevada a cabo podría haber sido… eterna.
Recopilación
El PELADO Investiga
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