ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 69 | 22.11.2024

AVICHI


El “Avichi” budista, un infierno intrigante en la mitología, se traduce como "sin movimiento" o "sin ondulaciones". Este concepto, parte del Naraka budista, se considera el nivel más bajo del infierno, reservado para aquellos que han perpetrado atrocidades. No obstante, no es un lugar físico, sino un estado psico-emocional, donde la condena implica languidecer eternamente, siendo un reflejo del quiebre del vínculo con el Ego Superior, transformando al individuo en uno sin alma. A diferencia de otros infiernos mitológicos, el “Avichi” no se experimenta exclusivamente después de la muerte; puede manifestarse en la vida física. Aquellos condenados reencarnan sin alma, enfrentando sufrimientos continuos y degenerándose a lo largo del tiempo. Después de múltiples reencarnaciones, la personalidad original se aniquila, dejando solo instintos voraces.

A diferencia del “Devachán”, que podría compararse con el concepto de cielo, acceder al “Avichi” no resulta sencillo, demandando niveles extremos de maldad. La naturaleza flexible de este estado se condensa en un ciclo continuo, manifestándose a lo largo de la vida del individuo y creando un inferno constante en el que la persona muere y renace repetidamente, enfrentándose a las mismas situaciones una y otra vez. En la cosmología budista, el alma individual se asemeja a una hoja conectada a un árbol cósmico. La desconexión con el Ego Superior lleva a la persona al “Avichi”, donde el sujeto sin alma reencarna directamente en la Tierra. Este proceso, según la creencia budista, contribuye a la existencia de seres como los “Changelings”, criaturas inferiores creadas por humanos.

La posibilidad de redención, en ese lugar, persiste mientras el cuerpo físico sigue vivo. Sin embargo, la redención es rara, y la persona sin alma, después de la muerte, suele reencarnar directamente, sin comprender ni arrepentirse, lo que resulta en un deterioro espiritual progresivo. La Tierra se considera el peor “Avichi” posible, ya que aquellos sin alma reencarnan constantemente en formas cada vez más inferiores. Estos seres, aunque humanos en apariencia, carecen de espiritualidad, experimentando constantes sobresaltos kármicos y operando en una espiral descendente respecto al ascenso espiritual.

Las reencarnaciones sucesivas de las personas sin alma conducen a un deterioro progresivo de sus capacidades espirituales. Existen dos tipos de personas sin alma: aquellas que pierden su conexión con el Ego Superior durante su vida actual y las que nacen sin alma, resultado de reencarnaciones sin aprendizaje ni arrepentimiento. Ambos tipos enfrentan deterioro espiritual, pero los primeros apenas inician su camino en el “Avichi”, mientras que los segundos están cerca de la desintegración.

El concepto de “Avichi”, opuesto al “Devachán”, lleva a un estado llamado “Manvantara”, que es lo contrario al “Nirvana”. Este último representa el cierre del ciclo de reencarnaciones, mientras que el “Manvantara” es una condición de horror y miseria. El Mal busca absorber a la humanidad hacia ese lugar, habitado por personas sin alma, considerados habitantes de la octava esfera. “Los Señores” que la habitan, seres análogos a demonios, residen en la octava esfera y se desconectan de las otras siete de la existencia.

El “Avichi” budista, más que un lugar físico, representa un estado o condición que puede experimentarse tanto después de la muerte como durante la vida en la Tierra. La separación del Ego Superior conduce a un ciclo de sufrimiento continuo, y la posibilidad de redención es escasa, mientras que el camino hacia el Nirvana se ve obstaculizado por la atracción hacia el oscuro “Manvantara”.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 31 

Entradas que pueden interesarte