El término "antihéroe" es comúnmente utilizado, especialmente en el cine, para describir a personajes poco convencionales que a menudo son torpes o directamente ineptos. Sin embargo, los antihéroes pertenecen a una categoría muy específica, con cualidades y características extremadamente rigurosas. El prefijo latino "anti" no significa "contra", como suele interpretarse erróneamente en palabras como "anticristo", sino que se refiere a "quien va por delante". De manera similar, en El libro del Apocalipsis, Lucifer se presenta como aquel que precede la llegada de Cristo.
Es importante destacar que "antihéroe" no es sinónimo de "villano".
Para definirlo de manera sencilla, el antihéroe es un personaje oscuro que complementa la figura del héroe, ya sea desde el bien o desde el mal, o incluso en comparación con otros personajes con cierta estatura moral. En los mitos bíblicos, Satanás ejemplifica perfectamente al antihéroe, como un complemento del héroe (Dios, Cristo, Miguel), no como su opuesto ni su antítesis. Es un rebelde que desafía las normas establecidas y, debido a su naturaleza subversiva, es considerado como un villano desde el punto de vista del héroe, pero también como un héroe desde el lado de los malvados.
Sin embargo, estas observaciones subjetivas no capturan completamente la verdadera esencia del antihéroe.
Es interesante observar el enfoque que Kirill Eskov, escritor, biólogo y paleontólogo ruso adopta en "El Señor de los Anillos". En su versión de la Tierra Media, presentada en "El último portador del Anillo", Sauron, el antihéroe, es retratado como un líder político que lucha contra los valores despóticos y monárquicos del Oeste (Aragorn, Gondor, Rohan) y su misticismo (Gandalf, los Elfos). Sin embargo, dado que la historia de Tolkien está narrada desde la perspectiva de los vencedores, es decir, el bando de los buenos, Sauron es representado como un industrialista nigromante y sus seguidores, los Orcos, como criaturas siniestras y desalmadas que solo buscan hacer el mal, oponiéndose al régimen.
El concepto de antihéroe ha evolucionado con el tiempo.
Aunque sería difícil percibirlo hoy en día, en los inicios de la ciencia ficción, el capitán Nemo de Julio Verne, en "Veinte mil leguas de viaje submarino", era considerado un antihéroe perfecto: un individuo brillante pero megalómano, es decir, un líder que no se ajustaba a las normas éticas y morales de su época. Lo mismo se puede decir del arquetipo del Científico Loco, como el desafortunado Griffin de H.G. Wells en "El hombre invisible". Las mujeres también pueden encarnar el principio del antihéroe. De hecho, el arquetipo de la Mujer Fatal puede ser considerado como una forma de antihéroe, en contraposición al de la Mujer en Apuros.
En el ámbito de los cómics, Batman puede ser considerado un antihéroe clásico, con un estilo más melancólico y byroniano, mientras que Wolverine personifica al antihéroe que no se adhiere a ninguna regla, ni siquiera a las del bando de los buenos, convirtiéndose así en un agente del caos y lo anárquico, luchando solo por sí mismo sin un objetivo claro o superior. En este contexto, el Joker se asemeja más al concepto de antihéroe que al de villano. La lista de antihéroes en los cómics es extensa e incluye personajes como Catwoman, John Constantine, el Corto Maltés, Daredevil, Deadpool, Elektra, Ghost Rider, Hellboy, Hulk, Magneto, Rorschach, Spawn, Witchblade, entre muchos otros.
Esta característica permite que el antihéroe adopte una variedad de máscaras, algunas aparentemente opuestas entre sí. En el universo de Star Wars, por ejemplo, Darth Vader es el antihéroe por excelencia, al igual que Han Solo. Aunque ambos operan desde extremos opuestos de la fuerza, comparten el mismo motivo que define al antihéroe: ejercer el bien o el mal a través de sus propias resistencias. El héroe actúa sin dudar, siguiendo el camino más directo hacia su destino, mientras que el antihéroe actúa después de superar sus propias barreras internas, como Vader al derrotar al emperador o Han Solo uniéndose al escuadrón que ataca la Estrella de la Muerte.
Si retrocedemos en el tiempo, encontraremos que Don Quijote es, en realidad, un antihéroe, capaz de mostrar valentía, integridad y belleza, pero nunca de manera intencional. A menudo, los guionistas y autores malinterpretan el concepto de antihéroe, convirtiéndolo en un ser antisocial cuando en realidad debería ser asocial, es decir, alguien que vive al margen de la sociedad sin oposición ni sumisión. El antihéroe nunca pasa desapercibido y siempre, sin excepción, tiene un pasado doloroso que moldea su personalidad y su perspectiva única, que acepta y rechaza los principios que definen tanto al héroe como al villano.
El antihéroe somos nosotros y nuestros conflictos personales manifestados en una historia. Nos identificamos con su pasado doloroso y su futuro incierto, con sus dudas, su obstinación y su rebeldía. Lo admiramos porque quisiéramos ser como ellos, sin darnos cuenta de que somos ellos, al menos hasta que la rutina y los sueños aplazados nos convierten en modestos héroes o deslucidos villanos.
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El PELADO Investiga
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