Es una entidad demoníaca poco común, cuya existencia ha sido denunciada en distintos libros prohibidos y grimorios de la Edad Media. A diferencia de otros demonios conocidos por sus actos de caos y perversión, Iatgino tiene una conducta extraña, enfocada en un aspecto particular de la vida humana: la fidelidad conyugal, pero bajo un prisma profundamente patriarcal. Se dice que fue invocado por magos y hechiceros obsesionados con el control y la dominación, especialmente en el contexto de las relaciones maritales. Su nombre aparece en textos oscuros como un demonio especializado en establecer alianzas escandalosas con hombres celosos, quienes, atormentados por la sospecha y el miedo a la infidelidad, recurrían a este ser para controlar a sus esposas.
El pacto no tiene otro propósito que asegurar la fidelidad de las mujeres, convirtiéndolas en prisioneras de sus matrimonios, atadas a las expectativas y temores de sus maridos. En este sentido, Iatgino actúa como un verdadero mártir de la sociedad patriarcal, un sistema preocupado casi exclusivamente por el cumplimiento del respeto conyugal desde la perspectiva de la mujer, ignorando las libertades y derechos individuales. Se lo suele representar como una figura deformada y vigilante, con ojos que parecen arder con un fuego que no es de este mundo. Lleva consigo un libro de pactos, donde registra las alianzas que ha establecido, especialmente aquellas que involucran el control y la sumisión de las esposas a sus maridos.
La fidelidad que garantiza no es un acto de amor o devoción, sino un mandato impuesto a través de un pacto satánico. Esta fidelidad, dictada por el miedo y la obligación, se convierte en una prisión para las mujeres, quienes son privadas de su libertad de elección y autonomía en sus relaciones. Es despreciado por aquellos seres más lúcidos, entre ellos los amantes clandestinos y las mujeres que disfrutan libremente de su sexualidad. Para estos, Iatgino no es más que un agente de la opresión patriarcal, perpetuando un sistema que busca controlar a las mujeres a través del miedo y la coerción.
Les advierto a aquellos que consideren invocar a Iatgino que lo hagan con precaución. Su intervención no solo asegura una lealtad opresiva, sino que también perpetúa una visión destructiva y desigual de las relaciones humanas. Aquellos que caen en sus redes pueden encontrar que el precio a pagar es la desintegración de la confianza y el amor genuino, reemplazados por la sospecha y el control.
Recopilación
El PELADO Investiga
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