Durante la Edad Media, la locura y la espiritualidad estaban más entrelazadas de lo que se podría imaginar. En este período, las mujeres que no encajaban en los roles tradicionales encontraron en la religión una forma de tener voz y poder. En España y en la Nueva España, surgieron las “beatas” y las “místicas”, figuras que desafiaron las normas sociales y religiosas de su tiempo.
Las beatas eran mujeres religiosas que vivían en comunidades, pero no eran monjas en el sentido estricto. También conocidas como "alumbradas", estas mujeres tenían más libertad que otras mujeres de su época. No estaban obligadas a la clausura ni a seguir votos religiosos, y podían vivir en beaterios, unirse a órdenes religiosas como los franciscanos, o ser mantenidas por familias adineradas.
Aunque algunas deseaban entrar en un convento, muchas no podían permitirse el lujo de reunir una dote. La beatitud les permitía destacar y ganar respeto social sin las limitaciones de la vida conventual. Las beatas se dedicaban a una vida de renuncia y espiritualidad, buscando una conexión directa con Dios. A veces, esta búsqueda las llevaba a estados extremos de privación de sueño y alimento, en los cuales afirmaban tener visiones y revelaciones divinas.
Las alumbradas (o iluminadas) fue una secta de la que se hablaba entre 1500 y 1540. Estas personas afirmaban tener una comprensión especial de temas oscuros, a menudo usando su fama para difundir ideas espirituales no autorizadas. Las beatas eran a veces acusadas de ser "ilusas" o de pretender tener un entendimiento que los hombres no podían alcanzar.
La libertad de las beatas les permitía propagar ideas religiosas, pero también las exponía a la crítica. A partir del siglo XVI, la vida beateril se volvió más común, y la presión por mantener a las mujeres bajo control aumentó. La bula Circa pastoralis, emitida en 1566 por el papa Pío V, prohibió a las mujeres vivir una vida religiosa fuera de las órdenes establecidas y las obligó a la clausura.
Las beatas comenzaron a ser vistas como poseídas por demonios o como dementes. Las conductas que antes se consideraban señales de comunicación divina ahora se interpretaban como síntomas de locura. A lo largo del tiempo, las beatas fueron perseguidas y encerradas, acusadas de perversión o locura. Los poemas religiosos escritos por algunas de ellas fueron censurados, y el excesivo fervor religioso se empezó a asociar con el exceso de sexualidad.
Las beatas y místicas de la Edad Media jugaron un papel importante al desafiar las normas sociales y religiosas. Aunque fueron perseguidas y criticadas, su valentía y resistencia permitieron que sus voces se escucharan en una sociedad que a menudo despreciaba el "verbo femenino". Su historia refleja una lucha por el reconocimiento y una búsqueda de significado en un mundo lleno de restricciones.
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