ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 87 | 04.04.2025

EL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA FICCIÓN


Mucho antes de que se hablara de los peligros de los desodorantes en aerosol o se alertara sobre el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente, la ficción ya había abordado el tema del cambio climático. Este término hace referencia a cómo factores como la tecnología humana, la contaminación industrial, la deforestación o la emisión de gases transforman el clima mundial. Pero en la literatura, estas causas no siempre se limitan a lo humano; a veces, eventos cósmicos o situaciones inesperadas también desempeñan un papel importante en los desastres climáticos.

Podría pensarse que la aparición del cambio climático en la ficción es una respuesta directa a los primeros síntomas del deterioro ambiental. Sin embargo, muchos relatos se adelantaron a las advertencias científicas sobre el calentamiento global. Este subgénero, conocido como “Cli-fi” (Climate Change Fiction), forma parte de la ciencia ficción desde hace décadas, explorando las consecuencias de un planeta transformado por el clima.

Uno de los tratamientos más comunes en este tipo de historias es atribuir el cambio climático a la contaminación provocada por los humanos. En novelas como “El mundo en invierno” (1962) de John Christopher, o “El sexto invierno” (1979) de John Gribbin y Douglas Orgill, se presenta una humanidad enfrentándose a una nueva era de hielo, luchando por sobrevivir a inviernos extremos. Ambas obras se adelantaron al debate sobre el impacto humano en el medio ambiente y a la necesidad de cambiar nuestros hábitos de producción y consumo.

Sin embargo, no todas las historias sobre cambio climático culpan exclusivamente a los humanos. En “Un balde de aire” (1951), de Fritz Leiber, el eje terrestre es alterado por una estrella oscura, lo que enfría drásticamente la atmósfera y sume a la humanidad en el caos. Una idea similar aparece en “La nube oscura” (1957), de Fred Hoyle, donde una gigantesca entidad cósmica bloquea el sol, desencadenando un enfriamiento global. Por otro lado, “El   despierta” (1953), de John Wyndham, introduce a invasores extraterrestres que elevan el nivel del mar con sus armas, devastando ciudades costeras.

J.G. Ballard, en “El mundo ahogado” (1962), presenta un escenario más cercano a nuestra realidad actual. Describe un aumento de la temperatura terrestre y el nivel del mar, lo que provoca el hundimiento de grandes ciudades como Londres. Además, con el debilitamiento del escudo atmosférico, los sobrevivientes enfrentan tormentas solares mortales. Otro ejemplo relevante es “Carne” (1960), de Philip José Farmer, donde el calentamiento global causa el derretimiento irreversible de los casquetes polares y la subida de los niveles oceánicos, anticipando lo que hoy es una preocupación científica generalizada.

La ficción también ha explorado teorías conspirativas relacionadas con el cambio climático. En “El presidente de los Estados Unidos: detective” (1947), de H.F. Heard, se narra una conspiración del gobierno chino para derretir el casquete polar ártico y sumergir parte del territorio estadounidense. En respuesta, los países occidentales lanzan una contraofensiva desde Groenlandia y la Antártida. Por otro lado, “Anillos de hielo” (1974), de Piers Anthony, imagina un enjambre de asteroides de hielo que amplifican la luz solar, desatando tormentas devastadoras que transforman la Tierra en un caos climático.

En “Los muñecos de nieve” (1959), de Frederik Pohl, el uso excesivo de aires acondicionados y calefactores genera una nueva era de hielo. Aunque la causa pueda parecer absurda, el relato refleja una realidad preocupante: la negación del público frente a las advertencias científicas. Más realista es el cuento “Todos morimos desnudos” (1969), de James Blish, donde la emisión de altos niveles de dióxido de carbono provoca los efectos clásicos del efecto invernadero, como el calentamiento global, el derretimiento polar y las inundaciones.
Por último, también hay espacio para los detractores de la responsabilidad humana. En “Ángeles caídos” (1991), de Larry Niven, los ambientalistas son retratados como parte de una conspiración global que exagera los efectos del cambio climático, atribuyéndolos a ciclos naturales del planeta en lugar de a la actividad humana.

La ficción sobre el cambio climático no solo advierte sobre los peligros que podríamos enfrentar, sino que también nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el planeta y las consecuencias de nuestras acciones. Estas historias, aunque en ocasiones exageradas o especulativas, subrayan la necesidad de tomar medidas antes de que sea demasiado tarde.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 71

Entradas que pueden interesarte