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Continuando con el análisis anterior, en esta segunda parte nos enfocaremos en desmenuzar las representaciones de la iniciación masónica en dibujos animados populares, comparándolas con los rituales tradicionales documentados en manuales y liturgias masónicas del siglo XIX. Este ejercicio nos permite observar hasta qué punto las parodias animadas conservan elementos del ceremonial masónico real o si, por el contrario, simplifican y distorsionan completamente su contenido.
La selección de casos incluye a “Betty Boop y Bimbo”, “Los Picapiedra”, “Los Simpson” y “Bob Esponja”. En todos ellos, hay una secuencia narrativa que gira en torno al ingreso de un personaje a una organización secreta, siempre precedida por pruebas, juramentos o eventos simbólicos que recuerdan los procesos iniciáticos de las logias.
En el episodio de “Los Picapiedra” centrado en los Búfalos Mojados, Pedro y Pablo participan en una iniciación que incluye disfraces, cantos rituales y señales secretas. Aunque desde una óptica humorística, la estructura general recuerda al ingreso a una logia, con etapas claramente delimitadas, aunque reducidas a lo caricaturesco.
“Bob Esponja”, por su parte, presenta una versión submarina de este tipo de sociedades con el rito de los Cefalópodos. Se observa una recreación de la selección del candidato, la ceremonia y el reconocimiento simbólico, elementos fundamentales también en los rituales masónicos reales.
Si contrastamos estas representaciones con los manuales antiguos, como el de Duncan (Rito de York, 1866), encontramos puntos en común: el despojo de objetos materiales, la venda en los ojos, la cuerda al cuello, los viajes simbólicos y el juramento. Elementos similares se encuentran en textos del Rito Nacional Mexicano y el Rito Escocés Antiguo y Aceptado. En estos, también se describe el paso por simbolismos vinculados a los cuatro elementos (agua, fuego, tierra y aire), pruebas que representan el autoconocimiento y la superación del miedo.
El objetivo de tales rituales no es otro que el de generar una transformación interna. A diferencia de lo que muestran las caricaturas, donde se resalta el aspecto lúdico y social del grupo, en la masonería real estos ritos tienen un trasfondo filosófico y espiritual. La parodia caricaturesca, no obstante, cumple una función interesante: revela el arraigo de estos rituales en el inconsciente colectivo, al punto de ser usados como recurso para provocar humor, misterio o incluso crítica social.
A esto se suman las críticas provenientes del campo religioso, como las escritas por Agustín Barruel en el siglo XVIII. En su “Historia del jacobinismo”, el abate describe con tono de alarma los rituales de iniciación, señalando que los candidatos eran sometidos a un proceso de obediencia que contravenía los principios de la religión y la monarquía. También existen referencias a iniciaciones en las que el aspirante debía superar pruebas diseñadas para impactar emocionalmente, como el episodio narrado por Dionisio Martínez Sanz sobre Rubén Darío, quien fue iniciado en una logia de Managua en 1908.
En resumen, la presencia de rituales masónicos en los dibujos animados es un reflejo del poder simbólico que estas ceremonias tienen en la cultura popular. Aunque los formatos televisivos simplifican y adaptan los contenidos para fines humorísticos o narrativos, sus representaciones están cargadas de referencias que, al ser comparadas con las fuentes masónicas originales, permiten abrir un espacio de análisis cultural, histórico y semiológico.
Recopilación
El PELADO Investiga
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