ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 98 | 04.07.2025

NIBBAS, EL DEMONIO QUE SOLO QUIERE COMPAÑÍA

En el vasto y enmarañado catálogo de entidades demoníacas que pueblan los textos antiguos, hay nombres que evocan fuego, destrucción y terror. Pero también hay otros, casi escondidos entre líneas, que parecen haberse colado por accidente en las páginas de los grimorios.

A diferencia de los grandes señores del inframundo, Nibbas no comanda legiones, no impone pactos sangrientos ni aparece envuelto en tormentas. No hay sellos complicados para invocarlo. Tampoco exige sacrificios ni ceremonias. No trae maldiciones, ni revela secretos arcanos. Y, sin embargo, ha sido mencionado con insistencia en textos ocultistas menores desde la Edad Media.

Lo curioso de este demonio, no es lo que hace, sino todo lo que no hace. Según registros en manuscritos como el “Liber Officiorum Spirituum”, y su versión más desarrollada en el “Pseudomonarchia Daemonum”, su existencia parece casi una broma dentro del universo infernal. Carece de títulos, no tiene rango, y no posee dominio sobre ningún aspecto del mundo físico o espiritual. En resumen, no manda ni sobre sí mismo.

Algunos autores lo clasifican como un espíritu errante. Un ser que, si bien pertenece al lado oscuro, no comparte la ambición ni la furia de sus congéneres. Se dice que su temperamento es melancólico, con cierta inclinación a la contemplación y una personalidad desordenada, como si no terminara de entender cuál es su propósito.

Pero hay un detalle que lo hace único entre los suyos. Nibbas no daña. Al contrario. En la medida de sus modestas posibilidades, intenta ayudar.

Aquellos que afirman haberlo contactado, hablan de un espíritu afable, casi tímido, cuya presencia no genera temor, sino una sensación de calma. Según testimonios recogidos a lo largo de los siglos, este demonio menor no aparece con estruendo, sino en momentos de hastío, ansiedad o fatiga. Y lo que ofrece no son grandes tesoros ni conocimientos prohibidos, sino pequeñas cosas. Un día sin sobresaltos. Un pensamiento feliz en medio de la tristeza. El hallazgo casual de un objeto perdido.

Nibbas parece sentirse más cómodo entre personas comunes, alejadas de la ambición desmedida. No pacta, no firma contratos. Solo aparece cuando se lo necesita y, con frecuencia, cuando ni siquiera se lo ha pedido.

Algunos grimorios marginales sostienen que, a cambio de su asistencia, no exige más que compañía. No quiere tu alma, ni tu sangre, ni tu vida. Solo busca un poco de atención. Una relación basada en la confianza, más parecida a una amistad que a cualquier vínculo con entidades demoníacas tradicionales.

Esto ha hecho que algunos ocultistas descreídos, más cercanos al escepticismo que a la devoción, lo adopten como un símbolo. Nibbas representa el lado menos explorado del inframundo. No el fuego, sino la sombra suave. No el castigo, sino la tregua.


Resulta llamativo que, en tiempos donde todo parece responder a una lógica de poder, esta figura menor despierte simpatía.
¿Qué hace un demonio que no quiere dominar ni destruir? ¿Qué sentido tiene un ser que no busca someter a nadie? Tal vez, su valor reside justamente en eso. En ser diferente. En ser una grieta de quietud dentro del ruido.

En el arte y la literatura más reciente, hay quienes lo han retratado como una figura al margen del sistema infernal. Una especie de paria o desertor, más cercano al espíritu doméstico que al demonio de los abismos. Algunos lo comparan con los antiguos lares romanos, entidades que cuidaban el hogar sin interferir demasiado.
Otras interpretaciones lo asocian a ese fenómeno que uno siente en momentos de calma: cuando todo podría salir mal, pero por alguna razón, no sucede. Una especie de suerte suave, sin gloria. Un respiro. Ahí, dicen algunos, podría estar la mano invisible de Nibbas.

Que su historia haya sobrevivido al paso de los siglos sin grandes hazañas ni actos de maldad, lo convierte en un personaje fascinante dentro del universo oculto. Porque mientras los demás demonios aparecen envueltos en fuego y desesperación, él susurra desde un rincón olvidado que no todo lo oscuro tiene por qué ser maligno.

Y quizá, solo quizá, su existencia sea una advertencia amable. En un mundo donde todo parece tener un precio, aún queda lugar para lo que no exige nada.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 98

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