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EL LEGADO DE REAGAN Y LA RELIGIÓN COMO ARMA GEOESTRATÉGICA
Seguimos investigando. En esta última entrega del expediente Reagan, desentrañamos cómo el fundamentalismo que él promovió no quedó en el pasado, sino que se transformó en un arma geopolítica vigente, que modela conflictos, alianzas y gobiernos en todo el mundo.
Cuando Ronald Reagan dejó la Casa Blanca, el mundo no solo había vivido una intensificación de la Guerra Fría, sino que también había sido testigo del nacimiento de un nuevo orden global en el que la religión fundamentalista se convertiría en un instrumento clave del poder.
Este legado se manifiesta hoy en la alianza estratégica entre Estados Unidos y el Estado de Israel, que ya no solo se basa en intereses políticos o militares, sino en un pacto espiritual que algunos sectores llaman “la alianza eterna”. La influencia del evangelismo norteamericano sobre la política israelí y viceversa no es casualidad, sino la continuidad de un proyecto profético que busca acelerar el fin de los tiempos para instaurar un nuevo orden mundial.
Pero la influencia de este fundamentalismo va más allá de Medio Oriente. En América Latina, Europa, Asia y África, las redes evangélicas conservadoras —muchas financiadas desde Estados Unidos— han logrado infiltrar gobiernos, partidos políticos y movimientos sociales, transformando el mapa político y cultural. Desde Brasil hasta Hungría, la alianza entre poder político y fe conservadora genera políticas que limitan derechos, criminalizan a las minorías y promueven un nacionalismo excluyente.
En la era digital, esta religión política ha encontrado nuevos espacios para expandirse. Plataformas como Facebook, YouTube y TikTok son usados para difundir mensajes apocalípticos, teorías conspirativas y discursos de odio. Algoritmos que priorizan el contenido polarizante alimentan un ecosistema donde la verdad es secundaria y la fe ciega es el motor que moviliza masas.
Las grandes corporaciones tecnológicas, lejos de regular estos discursos, a menudo se benefician de su viralidad. En este escenario, la religión se convierte en un arma ideológica capaz de dividir sociedades, justificar guerras y moldear gobiernos a distancia.
Los gobiernos occidentales, muchas veces cómplices, financian grupos fundamentalistas para controlar recursos estratégicos, perpetuar conflictos y mantener su hegemonía. Este modelo de poder, heredero directo de la visión de Reagan, ha demostrado ser efectivo, pero devastador para las democracias y la convivencia global.
Es urgente que entendamos que lo que Reagan sembró no es solo un capítulo de la historia estadounidense, sino una matriz que sigue operando en el presente. El fundamentalismo religioso, mezclado con el poder económico y militar, es la base de un proyecto global que necesita ser visibilizado y cuestionado.
Este dossier ha recorrido el oscuro camino del fundamentalismo que impregnó la presidencia de Ronald Reagan, un fenómeno que va más allá de la política y la religión: es una maquinaria de poder que sigue moldeando nuestro mundo. Lo que parecía una mezcla de fe y política es, en realidad, un entramado estratégico que utiliza la religión como pretexto para legitimar el control, la violencia y la exclusión.
La historia de Reagan no termina en 1989. Es la historia de un proyecto que continúa, latente y activo, en gobiernos, corporaciones y movimientos que, disfrazados de salvadores, nos empujan hacia un futuro cada vez más polarizado y peligroso.
La invitación está hecha: conocer este legado es el primer paso para desmantelar las estructuras que hoy siguen sembrando miedo y división. Solo desde la conciencia y la investigación crítica podremos abrir caminos hacia un mundo más justo y libre de fundamentalismos.
Recopilación
El PELADO Investiga
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