En el inquietante cuento de hadas "Barba Azul", una mujer desobedece la advertencia de su esposo y descubre tras una puerta prohibida los cadáveres de sus antecesoras. Sin embargo, en una región del noroeste de Francia, esta narrativa toma un giro escalofriante vinculado a la historia real de Gilles de Rais, un noble bretón del siglo XV, cuyos crímenes superan la ficción y dejan una mancha indeleble en la memoria colectiva.
Nacido en 1404 en cuna de oro, quedó huérfano a los 11 años y fue criado por un abuelo violento. Tras la muerte de este, ascendió al título de barón de Rais, heredando dos vastas fortunas que lo hicieron más rico que el propio rey Carlos VII. Poseía tierras en Francia y la región autónoma de Bretaña, aliada a Inglaterra en la Guerra de los 100 Años.
Se entrelazó con la epopeya liderada por Juana de Arco en la reconquista de la ciudad de Orleans. Cabalgando junto a ella, se ganó el título de Mariscal a los 25 años, siendo su mano derecha. La traición de los militares franceses y del rey condujeron a Juana de Arco a la Inquisición, donde fue condenada a muerte y quemada en la hoguera en 1431. Mientras ella era recordada como una santa, Gilles de Rais, antes un héroe, se sumergió en una espiral descendente.
Joven y extremadamente rico, abandonó las armas y se retiró a una vida de excesos, brujería y orgías. A pesar de sus desviaciones, nunca renunció a la oración. Su hogar eclesiástico, que incluía un coro privado de unas 80 personas, presenció sus oscuros excesos. Sin embargo, la fortuna no pudo sostener este estilo de vida, llevándolo a recurrir a la alquimia en un intento desesperado por convertir metales en oro, práctica ilegal en la época.
La decadencia marcó un cambio en la percepción de sus parientes, temerosos por su herencia, y de sus pares, como el duque de Bretaña, quienes vieron la oportunidad de despojarlo de sus posesiones. Delitos que la aristocracia había ignorado durante años se convirtieron en el pretexto para un juicio en su contra en septiembre de 1440, acusándolo de asesinato, brujería y sodomía. Se dice que arrebato la vida de entre 80 y 200 niños, en su mayoría varones.
Testigos adicionales narraron cómo abría los cuerpos de los infantes y mantenía relaciones sexuales con ellos mientras aún estaban calientes. Acusaciones de actos inmencionables con el diablo se sumaron a la horrorosa narrativa. Historiadores subrayan que los sirvientes fueron torturados, al igual que su señor, quien declaro detalladamente sus crímenes.
Solicitó que estos, fueran publicados en francés para que la multitud pudiera entenderla, evitando el latín utilizado en las cortes. Amenazado con la excomunión y la eternidad en el infierno, optó por la confesión detallada para asegurarse un lugar en el cielo. El 26 de octubre de 1440, fue ahorcado por crímenes que estremecieron a la sociedad de la época.
A pesar de la brutalidad de sus actos, la historia ha generado controversia. Desde el rey Carlos VII hasta ensayistas y biógrafos posteriores han cuestionado el veredicto de la Iglesia. En 1992, un tribunal de casación revisó su juicio, explorando la posibilidad de evidencias circunstanciales y la duda sobre si realmente había matado a niños.
Aunque la falta de pruebas contundentes podrían cuestionar un veredicto en un contexto legal contemporáneo, probar la inocencia de Gilles de Rais o descubrir la verdad después de siglos sigue siendo casi imposible. Su historia continúa fascinando a escritores, blogueros y turistas, dejando una sombra oscura en la esquina de Francia donde vivió y murió.
Recopilación
El PELADO Investiga
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