En la narrativa elaborada por Hugo Wast, se destaca la agonía simultánea de la vida religiosa y contemplativa, evidenciada en el diálogo entre fray Plácido, representante de la fidelidad a Cristo, y Fray Simón, el apóstata seducido por las promesas de poder mundano. Simón, influenciado por Juana Tabor (la "profetiza" identificada con Jezabel), es proclamado como el próximo Papa y promueve una visión de la Iglesia del porvenir, donde la adaptación al mundo se convierte en prioridad sobre la conversión de los no cristianos.
Fray Simón, en su afán por transformar la Iglesia desde adentro, aboga por una Iglesia universal que se amolde al mundo, reflejando ideas premonitorias del falso ecumenismo que desafía la esencia ecuménica del Cuerpo Místico. La narrativa de Wast también evoca el diario del apóstata ex-carmelita Jacinto Loyson, quien renegó de la Iglesia post Concilio Vaticano I, señalando la banalidad detrás de muchas apostasías que eventualmente sirven a la bestia del Apocalipsis.
El autor proyecta una alianza entre la Iglesia y la democracia, anticipando la herejía de una "Iglesia democrática" que desafía su estructura jerárquica y desemboca en la negación del primado de Pedro. Esta transformación se equipara simbólicamente a un "nuevo Santo Imperio" que refleja la globalización contemporánea, erosionando identidades nacionales en favor de un totalitarismo planetario.
Hugo Wast también explora las profecías del Apocalipsis, como las siete cabezas de la Bestia del mar que simbolizan sistemas filosóficos inmanentistas preparando el terreno para el advenimiento del anticristo. La mención del “número 666”, asociado con la marca de la bestia, sugiere una imperfección y maldad extremas, interpretada por Wast como un signo de la corrupción espiritual y la indignidad.
En su novela "666", Wast describe una sociedad completamente secularizada donde fray Plácido representa la fe católica en las catacumbas, testigo de los estragos provocados por las copas del Apocalipsis que causan plagas y oscuridad sobre el mundo. En este contexto, surge una resistencia patriótica cristiana, defendiendo una Argentina amenazada por la desintegración y la corrupción.
La narrativa culmina con la anticipación del falso profeta, Simón I, cuyo liderazgo marca la transformación radical de la Iglesia hacia una institución democratizada y adaptada al mundo. Este relato ficticio de Wast, aunque libre en su creatividad, no contradice la fuente bíblica y, de hecho, a menudo parece anticiparse a desarrollos futuros. Su visión irónica y teológica desafía convenciones, como invertir el sentido de antiguos versículos para ilustrar el engaño y la corrupción.
A medida que la narración se adentra en su desenlace, el tema del sacrilegio se torna cada vez más dominante. Hugo Wast describe al Anticristo como una figura seductora y sabia, que imitará los milagros de Cristo y llevará a cabo una Misa sacrílega, culminando en una horrenda Comunión donde el Anticristo bebe la Sangre del Cordero mezclada con la de un mártir. Este acto se acompaña de la aparición de un dragón de siete cabezas y diez cuernos, que simboliza el poder maligno en su forma más cruda.
El desenlace de la novela incluye la llegada de los Patriarcas Enoc y Elías, identificados como los dos testigos del Apocalipsis. Enoc, descendiente de Set y conocido por su cercanía con Dios antes de ser llevado por Él, es una figura ancestral conectada con la genealogía de Cristo según el evangelio de Lucas. Por otro lado, Elías, cuyo nombre significa "Yahvé es mi Dios", fue un defensor fiel de la deidad contra la adoración de Baal durante el reinado de Ajab y Jezabel. Elías es recordado por sus milagros y su misteriosa desaparición, siendo transportado en un torbellino de fuego.
Estos personajes bíblicos, en el contexto de la narrativa de Wast, aportan un elemento de misticismo y apocalíptico, conectando los eventos de la historia con el simbolismo y la profecía bíblica. Su presencia refuerza la dimensión espiritual y sobrenatural de la trama, consolidando el enfrentamiento final entre el bien y el mal, la fe y la apostasía, que caracteriza el clímax de la obra de Hugo Wast.
Recopilación
El PELADO Investiga
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