ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 59 | 13.09.2024

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ANIMUS Y ANIMA

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En las grandes religiones del mundo, se considera que todos los seres humanos tienen un alma inmortal. Sin embargo, esta idea no siempre fue tan aceptada. Durante siglos, e incluso en la actualidad, algunas doctrinas han sugerido que las mujeres no poseen un alma propia. En el siglo XVI, el pensador francés Guillaume Postel, propuso que todas las almas estaban divididas en dos mitades: una masculina y otra femenina. Según él, el alma masculina, llamada “Animus”, había sido redimida por Cristo, mientras que el alma femenina, conocida como “Anima”, todavía esperaba una redentora. Esta idea reforzó el prejuicio de que solo los hombres tenían un alma verdadera.

La noción de que las mujeres no tenían alma no era nueva. En el Concilio de Nantes en el año 660, se determinó que las mujeres carecían de “Animus” (el alma considerada completa y racional), pero se les otorgaba un tipo de alma básica, el “Anima”. Esta era vista como una forma de alma primitiva, similar a la que se creía que poseían los animales. Este pensamiento explicaba por qué, durante la Edad Media, no existían registros de mujeres que vendieran su alma al diablo. Aunque se las acusaba de practicar brujería, magia negra y otros ritos prohibidos, no se consideraba que pudieran vender su alma, porque según el Concilio de Nantes, no tenían un alma real que vender.

La palabra “Anima” deriva de términos que significan “Madre Celestial”, sugiriendo que en algún momento se creía que las almas provenían de un principio femenino de la creación. Los alquimistas también usaban la palabra “Anima” para referirse a todo lo espiritual, e incluso pensaban que nuestro planeta tenía un alma femenina, llamada “Anima Mundi”. Estas ideas eran consideradas heréticas. Mientras que transformar metales en oro era una ambición aceptable, la creencia de que el mundo tenía un alma femenina era vista como absurda y peligrosa. Con el tiempo, los conceptos de “Animus” y “Anima” comenzaron a mezclarse, aunque se mantenían diferencias fundamentales: el “Animus”, asociado con lo masculino, era inmortal y otorgado directamente por Dios, mientras que el “Anima” permitía a la mujer vivir, sentir y pensar, pero no aseguraba la salvación eterna.

Este debate fue transformado por el psicólogo Carl Jung. Para él, en su obra "El hombre y sus símbolos", el “Animus” y el “Anima” representaban aspectos diferentes de la psique humana. El “Animus”, asociado con lo masculino, simbolizaba la lógica y la razón; mientras que el “Anima”, el alma femenina, representaba la intuición y la creatividad.


Según Jung, todos poseemos ambas energías: el “Animus” nos conecta con la realidad física y nuestros instintos de supervivencia, mientras que el “Anima” nos conecta con lo creativo y lo espiritual, el aspecto de la naturaleza que nos hace verdaderamente humanos. Esta dualidad es lo que nos permite soñar, imaginar y crear. De esta manera, Jung revirtió las viejas concepciones del alma. Ya no era el “Animus”, el alma masculina, la que otorgaba los privilegios de la eternidad, sino el “Anima”, la esencia femenina, lo que permitía a una persona ser considerada verdaderamente humana.

Este concepto de “Anima” se refleja en muchos mitos antiguos donde el principio de la creación es femenino. Según Jung, la primera experiencia del “Anima” proviene del vínculo con la madre, que nos proporciona la capacidad de imaginar, crear y soñar. En definitiva, es el “Anima” lo que nos hace humanos, porque nos da la habilidad de crear, de trascender lo mundano y conectarnos con lo sublime, lo misterioso y lo profundo de la existencia.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 58

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