Los relatos históricos lejanos en el tiempo a menudo mezclan realidad y ficción. Esto ocurre cuando cronistas embellecen historias o cuando testimonios orales destacan ciertos detalles y minimizan otros esenciales. Incluso los cronistas contemporáneos a los hechos no siempre narran los eventos con precisión, como ocurrió con la llamada “Cruzada de los Niños”. Esta historia del siglo XIII combina episodios reales, fe juvenil, intereses políticos y un final trágico. Sin embargo, gran parte de la confusión sobre este evento se originó por la interpretación errónea de una sola palabra.
En el contexto de las cruzadas, la Cuarta Cruzada fue convocada para liberar los Santos Lugares, pero nunca llegó a Tierra Santa. En cambio, los cruzados saquearon Constantinopla y establecieron un Imperio Latino, favoreciendo los intereses comerciales de Venecia y eclipsando los de Génova y Pisa. Por estas características, esta cruzada fue apodada “Mercantil” o “Comercial.” El papa Inocencio III, insatisfecho con los resultados, impulsó con fervor una Quinta Cruzada que recuperara Jerusalén.
El pontífice también promovió otras cruzadas, como la que venció a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, y la Cruzada Albigense, que persiguió a los cátaros del sur de Francia. Durante este conflicto se pronunciaron frases como “Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos.” Además, enfrentó a Inglaterra con un interdicto y excomulgó al rey Juan Sin Tierra, mientras intentaba imponer su autoridad en el Sacro Imperio Romano Germánico.
Aunque deseaba unificar a Europa bajo el espíritu cruzado, los monarcas estaban ocupados con sus propios problemas. Francia e Inglaterra guerreaban, los reinos ibéricos luchaban contra los almohades y el Sacro Imperio estaba dividido. En este escenario, en una aldea francesa, un pastor llamado Esteban afirmó haber recibido una visión de Jesucristo en 1212. Según él, debía escribir al rey Felipe Augusto pidiendo una cruzada para liberar Tierra Santa. El monarca ignoró la carta, pero Esteban afirmó que Jesús le había encomendado liderar una cruzada formada por niños.
La visión aseguraba que Jerusalén caería ante una “armada de bondad y pureza” compuesta por jóvenes, y que el Mediterráneo se abriría para ellos. Inspirado, Esteban recorrió aldeas predicando y reuniendo entre 20,000 y 30,000 seguidores, incluidos adultos. El grupo marchó hacia Marsella o Niza, según diferentes fuentes. Una crónica describe cómo jóvenes abandonaron sus hogares, trabajos y familias para unirse a esta misión. Sin embargo, el viaje fue arduo: muchos murieron de hambre o desertaron. Solo unos 3,000 llegaron al Mediterráneo.
Durante dos semanas rezaron esperando que las aguas se abrieran, pero nada ocurrió. Finalmente, mercaderes locales ofrecieron barcos al grupo, y Esteban interpretó esto como el milagro prometido. Zarparon, pero la mayoría fue capturado y vendido como esclavos en Argel, Alejandría y Bagdad. Los que sabían leer o escribir se convirtieron en secretarios y traductores. Un sobreviviente narró esta tragedia años después.
Simultáneamente, en Alemania, otro pastor llamado Nicolás organizó una cruzada similar. Atravesaron los Alpes hacia Italia, donde muchos perecieron. De los 7,000 que llegaron a Génova, algunos fueron acogidos como ciudadanos, mientras Nicolás y un grupo pequeño buscaron audiencia con el papa. Inocencio III admiró su fe, pero los envió de regreso, instándolos a cumplir su misión como adultos. Pocos sobrevivieron el regreso.
A comienzos del siglo XIII, Europa enfrentaba una crisis económica que llevó a muchos campesinos empobrecidos a vagar por las ciudades. A menudo se les llamaba “pueri” (niños), término que incluía tanto a menores como a adultos. Algunos cronistas malinterpretaron este término y vincularon estas peregrinaciones con cruzadas infantiles. Así nació la leyenda de la Cruzada de los Niños, difundida y reinterpretada durante siglos.
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El PELADO Investiga
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