
La respuesta está en el funcionamiento de nuestro cerebro. Cuando nos sentimos aburridos o necesitamos un escape, recurrimos rápidamente al teléfono móvil pensando: "Solo un momento más". Sin darnos cuenta, esos minutos se convierten en media hora o incluso más. Este fenómeno está relacionado con la dopamina, el neurotransmisor del placer. Nuestra relación con las redes sociales imita una adicción porque estas estimulan las áreas más primitivas del cerebro, aquellas relacionadas con el sistema de recompensa.
Las plataformas digitales nos ofrecen recompensas constantes y sorpresivas: likes, comentarios, videos emocionantes. Cada interacción libera dopamina, lo que fomenta que repitamos ese comportamiento una y otra vez. Además, la novedad y la incertidumbre, al no saber qué encontraremos al deslizar la pantalla, intensifican la experiencia. Este fácil acceso al placer hace que busquemos cada vez menos actividades que requieran esfuerzo, como leer un libro o practicar un pasatiempo. En definitiva, las redes nos atrapan en un flujo infinito de estímulos, limitando nuestra atención hacia otras áreas importantes de la vida.
La Sagradas Escrituras nos ofrece sabiduría atemporal frente a estas tendencias. En 1 Corintios 6-12, el apóstol Pablo dice: "Todo me está permitido, pero no todo es conveniente. Todo me está permitido, pero no me dejaré dominar por nada". Esta reflexión nos invita a evaluar si las redes sociales están tomando un control excesivo sobre nuestras vidas. Si lo hacen, es momento de reflexionar y actuar.
Para usar la tecnología de manera más saludable, aquí tienes algunos consejos prácticos:
1. Establece horarios: Dedica un tiempo específico al uso de las pantallas, asegurándote de reservar espacio para otras actividades importantes.
2. Desactiva notificaciones: Esto reducirá la tentación de revisar constantemente el teléfono.
3. Prioriza otras actividades: Estudio, ejercicio, lectura y socialización cara a cara deben ocupar un lugar destacado en tu rutina diaria.
4. Evita revisar el móvil al despertar o antes de dormir: Esto mejora tu descanso y reduce el estrés.
5. Selecciona contenido de calidad: Sigue solo cuentas que aporten valor a tu vida y evita temas que te generen ansiedad o distracción innecesaria.
Reflexionemos con el Salmo 90-12, que dice: "Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría". Esto nos recuerda la importancia de administrar sabiamente nuestro tiempo, incluso en el mundo digital.
El impacto de las redes sociales no se limita a los adultos; los niños también enfrentan riesgos. El uso temprano y prolongado de dispositivos puede afectar su capacidad para socializar, disminuir su concentración y alterar su calidad de sueño. Además, están expuestos a contenido inapropiado si no se supervisa adecuadamente. Por ello, es fundamental que los padres estén informados y actúen como guías responsables en el uso de estas herramientas.
Una de las consecuencias más preocupantes de la adicción a las redes es cómo afecta nuestras relaciones personales. Aunque nos conecta con personas de todo el mundo, muchas veces nos desconecta de quienes están más cerca. Este fenómeno, además, fomenta la comparación constante, afectando la autoestima y generando inseguridades en las interacciones cara a cara.
En Proverbios 4-23, leemos: "Con todo cuidado vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida". Este versículo nos invita a proteger nuestra mente y emociones, siendo conscientes de lo que permitimos que influya en nosotros, incluidas las redes sociales.
Otra consecuencia importante es que hemos perdido la acción real. En lugar de involucrarnos en actividades concretas para resolver problemas, nos hemos convertido en "protestantes digitales". Nos sentimos cómodos opinando desde una pantalla, pero olvidamos el impacto que pueden tener nuestras acciones en el mundo real. Esto nos convierte en espectadores de nuestras propias vidas, cuando deberíamos ser los protagonistas.
Para cambiar esta dinámica, necesitamos coherencia. Es esencial que nuestra identidad digital refleje quiénes somos en el día a día y que nuestras convicciones no solo se expresen en publicaciones, sino también en actos.
En conclusión, la adicción a las redes sociales es un problema que debemos reconocer y enfrentar. Sus efectos, como la disminución de la productividad, problemas en nuestras relaciones interpersonales y afectaciones a la salud mental, nos muestran la necesidad de encontrar un equilibrio saludable en su uso. Reconozcamos cuando la situación nos sobrepasa y no dudemos en buscar apoyo profesional si es necesario.
La tecnología es una herramienta poderosa que, bien utilizada, puede ayudarnos a alcanzar nuestras metas. Sin embargo, si permitimos que nos controle, puede convertirse en una carga. En tus manos está decidir cómo usarla. Como dice Efesios 5, 15-16: "Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos".
Recordemos que un uso responsable y equilibrado de las redes sociales no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que nos permite mantenernos conectados con lo que verdaderamente importa: nuestras relaciones, nuestro propósito y nuestra paz interior.
De vos depende…
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