
Este extenso territorio habría estado ubicado en algún punto del océano Pacífico, entre Hawái, la Isla de Pascua y Fiyi. Aseguraba que Mu fue cuna de una civilización increíblemente avanzada conocida como los Naacales, quienes habrían vivido allí hace más de 50.000 años. Estos habitantes, según su relato, poseían conocimientos científicos y tecnológicos que superaban los de las civilizaciones modernas, y habrían sido los antecesores de culturas como la egipcia, la sumeria, la india, la maya e incluso la atlante.
La fuente de esta revelación, según el autor, provino de un sacerdote hindú que le enseñó a descifrar una lengua arcana, desconocida para el mundo académico, y que le permitió interpretar unas misteriosas tablillas escritas por los antiguos Naacales. En ellas se relataba la historia de Mu, desde su florecimiento hasta su trágica desaparición, producto de un gran cataclismo que habría sumido al continente en las profundidades del océano.
Publicada en 1931, “El continente perdido de Mu” no fue un esfuerzo aislado. El autor continuó desarrollando su teoría a lo largo de una serie de libros donde ahondaba en distintos aspectos de esta civilización perdida: su lenguaje, simbolismo, estructura social, espiritualidad y su supuesta conexión con fuerzas cósmicas. Entre estos destacan “Los símbolos sagrados de Mu” y “Las fuerzas cósmicas de Mu”, en los que el autor intenta vincular los patrones mitológicos de diversas culturas con una raíz común situada en ese mítico continente.
Pese a la falta de evidencia arqueológica que respalde estas afirmaciones, la idea de Mu caló hondo en ciertos círculos esotéricos y ocultistas. Algunos autores contemporáneos encontraron en sus teorías una fuente de inspiración creativa. Uno de los casos más conocidos es el de Lovecraft, quien hizo referencia a Mu en algunas de sus historias dentro del ciclo de los “Mitos de Cthulhu”, añadiendo una dimensión mitológica a este continente ya de por sí enigmático.
Recopilación
El PELADO Investiga
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