ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 95 | 13.06.2025

EL GUSANO VENCEDOR

En enero de 1843, Edgar Allan Poe publicó un poema oscuro y profundamente alegórico titulado “El Gusano Vencedor”, incluido más tarde en su antología de 1845 “El Cuervo y otros poemas” y reeditado tras su muerte en “Las obras del difunto Edgar Allan Poe” en 1850. Este poema, aunque breve, despliega una compleja meditación sobre la muerte, el destino humano y la impotencia frente a fuerzas superiores que escapan a nuestro control. Situado dentro del relato Ligeia, cobra aún más peso simbólico al ser recitado por una mujer en su lecho de muerte, como si contuviera una verdad última sobre la existencia.

La escena que presenta el poema es, en apariencia, teatral. Una audiencia de ángeles cubiertos con velos y lágrimas presencia una obra dramática en la que actores humanos, movidos por hilos invisibles, ejecutan acciones que parecen carecer de sentido propio. Persiguen a un espectro inalcanzable hasta que una figura roja —el “Gusano Vencedor”— irrumpe en escena y devora a los intérpretes. El telón cae. La obra ha concluido. Su título “El Hombre”. Su protagonista el “Gusano”.

Poe toma aquí una verdad biológica innegable —el destino final de la carne humana— y la convierte en una poderosa alegoría existencial. A través de la imagen del gusano, símbolo universal de descomposición y retorno a la tierra, subraya la fragilidad de la condición humana. Esta figura no es solo una representación de la muerte física, sino del sometimiento del hombre ante un orden cósmico incomprensible e inmutable. La tragedia no está solo en morir, sino en la futilidad de vivir sin comprender ni controlar lo que nos impulsa.

Este tratamiento de la muerte entra en conflicto con una tradición cultural que, sobre todo en Occidente, ha construido rituales elaborados para otorgar dignidad a los restos mortales. Los cementerios, por ejemplo, son espacios diseñados para mantener a los muertos presentes, pero apartados de la vida cotidiana. Poe desafía esta separación, evocando lo grotesco, lo biológico y lo inevitable: el cuerpo humano, por más venerado que sea, acaba en manos del gusano.

El contexto narrativo en Ligeia enriquece el poema. Esta una mujer culta y misteriosa, está a punto de morir, y en sus últimos días menciona repetidamente un epigrama de Joseph Glanvill sobre el poder de la voluntad. La aparente contradicción entre esta afirmación de la fuerza vital y la visión determinista de “El Gusano Vencedor” sugiere un conflicto interno entre el deseo de trascendencia y la conciencia del destino mortal. Más aún, el relato culmina en una escena en la que, tras la muerte de su segunda esposa, Lady Rowena, el narrador presencia una inquietante resurrección es como si el espíritu de Ligeia hubiera regresado, desafiando la muerte con una fuerza que recuerda la voluntad mencionada en el epigrama.

En Ligeia, el escenario contiene referencias arquitectónicas y decorativas de Egipto, el mundo árabe y el medioevo, todas civilizaciones profundamente simbólicas. Este ambiente gótico no solo subraya el gusto estético del autor, sino que refuerza una conexión con arquetipos ancestrales, tal como lo describió Carl Jung.

Este consideraba que símbolos como la serpiente y por extensión el gusano, pertenecían al inconsciente colectivo imágenes universales que atraviesan culturas y épocas. La serpiente ha sido vista como símbolo de renovación, sabiduría, maldad o deseo, y el gusano hereda parte de esa ambigüedad. En términos psicológicos, representa tanto el final como el retorno a un estado original, lo cual hace del “Gusano Vencedor” un emblema del eterno retorno la muerte no como final absoluto, sino como retorno al origen, como pérdida de la individualidad y reintegración al Uno.

Finalmente, el gusano no solo aparece como figura de la muerte física. Su arrastre entre los restos de los difuntos, sobre todo de mujeres jóvenes y bellas, también ha sido interpretado como una metáfora de la sexualidad reprimida. La muerte se erotiza, y la tumba se convierte en un símbolo de retorno al útero, en una regresión a la seguridad del origen. Así, lo siniestro según Freud, aquello familiar que ha sido reprimido se manifiesta en el horror de lo inevitable morir, ser olvidado, y al mismo tiempo ser devorado por algo que habita tanto dentro como fuera de nosotros.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 90

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