ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 114 | 24.10.2025

¿QUÉ ES LA EMPATÍA?


La palabra empatía llegó al español siglos después, importada del inglés como traducción de un término alemán que significaba sentir junto al otro. Sentir con alguien no es necesariamente pensar igual que él ni compartir sus ideas. Es reconocer lo que esa persona siente, distinguir lo que le ocurre emocionalmente, y ponerse en su lugar, aunque sólo por un momento.

Empatía significa identificarse con los afectos del otro. Implica percibir su estado emocional, separarlo del propio y comprenderlo desde fuera y desde dentro. No es sumisión al sentir ajeno, sino apertura. No supone aceptar sus argumentos como propios, ni pensar como él, ni juzgar sus reacciones. Es escuchar lo que hay detrás de las palabras y de los silencios.

Escuchar de verdad exige algo más que prestar atención con los oídos. Implica detenerse, dedicar tiempo, no interrumpir, permitir que la voz del otro fluya. Mirar al otro, observar su rostro, su postura, sus gestos. Dar espacio a lo no dicho. Señales como asentir, repetir lo que escuchaste con tus propias palabras, mostrar que entiendes, aunque no compartas, ayudan a sostener ese puente de silencio y reconocimiento.

El lenguaje no verbal suele hablar más fuerte que las palabras. El tono de voz, la forma de respirar, el ritmo de lo que se dice, las pausas: todo eso comunica. Una mirada baja, un ceño fruncido, manos tensas, cuerpo rígido. Todo eso revela un universo interior que el otro quizá no exprese con palabras. Captar esas señales permite acompañar mejor, sin presionar, sin tratar de arreglar demasiado pronto.

Mostrar comprensión no significa perder la propia opinión. No es simular estar de acuerdo. Es decir: entiendo cómo te sientes, imagino que esto debió doler, seguro que hubo momentos en que […] me pongo en tu lugar. Frases como esas abren el camino para que el otro se sienta acogido. No juzgar, no invalidar, no minimizar lo que siente, aunque te parezca excesivo o diferente de lo que tú harías.

A veces, la empatía llama también a una acción silenciosa: estar allí, ofrecer consuelo si se necesita, preguntar si se quiere hablar, si se necesita ayuda más concreta que una palabra. Porque a veces sólo ser escuchado alivia; pero otras veces ese alguien necesita apoyo tangible: compañía, guía, un recurso o simplemente una mano amiga.

Las personas empáticas no se quedan con una primera impresión. Saben ver detrás de lo que parece superficial. Entienden que comportamientos o reacciones esconden heridas, historias, miedos. No juzgan pronto; esperan, observan cómo alguien avanza, cómo cambia, cómo va mostrando lo que de verdad le pasa.

También hay quienes siempre buscan demostrar algo. La empatía no actúa desde el deseo de ser visto, sino desde el impulso de aliviar, de acercarse al otro sin buscar reconocimiento. Es discreta, a veces invisible, pero su efecto permanece en quien es escuchado, acompañado, comprendido.

Tener empatía embellece los vínculos sociales. Hace que las relaciones fluyan con más confianza. Permite entender al amigo que sufre, al familiar que calla, al compañero que se siente solo. Construye puentes. Evita conflictos, acrecienta sensibilidad. Hace que la persona participe más en el entorno, se sienta menos aislada. Fortalece la autoestima cuando uno es escuchado y comprendido.

También enseña mucho sobre uno mismo. Al abrir el corazón al otro uno descubre sus propias debilidades: el juicio que guardamos, los miedos que ignoramos, la urgencia de comprender más que de imponer. Se aprende que no hay una única verdad y que cada persona porta su mundo interior, tan válido y frágil como el nuestro.

Como enseña la Biblia, amar al prójimo es mandamiento esencial. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 37-39)

Un buen ejercicio para desarrollar empatía es más atención al otro: callar para hablar menos, observar lo que no se dice, preguntar lo que implica emociones, pero sin presuponer. Ser consciente de que escuchar no es corregir, no es dar consejo inmediato, muchas veces basta acompañar.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 114

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