ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 68 | 15.11.2024

EL DÍA QUE SE ROBARON EL OVNI DE LOS INVASORES

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Esto ocurrió en Denver, Colorado, Estados Unidos, cuando estaba en preparación “Los invasores” una serie de televisión estadounidense de ciencia ficción y aventura emitida por la cadena televisiva ABC entre 1967 y 1968, creada por Larry Cohen y producida por Quinn Martin Productions. Roy Thinnes interpretaba al héroe anónimo David Vincent. Considerada en la actualidad como una “serie de culto”.

“Los invasores, seres extraños de un planeta que se extingue. Destino; la Tierra… Propósito; adueñarse de ella. David Vincent los ha visto. Para él, todo comenzó una noche en un camino solitario, cuando buscaba un atajo que nunca encontró. Empezó con un merendero cerrado y abandonado, con un hombre tan fatigado que no podía seguir el viaje. Empezó con la llegada de una nave de otra galaxia… Ahora, David Vincent sabe que los invasores han llegado, que se han adaptado al aspecto humano. En alguna forma debe convencer a un mundo incrédulo de que la pesadilla ha comenzado…”

Para las necesidades de la serie televisiva, el realizador había pedido que se le construyera una “verdadera” nave de tipo extraterrestre de gran tamaño, con todos los detalles hasta entonces conocidos acerca de las mismas. La empresa era ardua, ya que eran varios los tipos de platillos avistados en los últimos años y en diferentes regiones. Los realizadores del artefacto decidieron, después de cavilar mucho, elegir el tipo más frecuente: el plato hondo invertido. Recogieron entonces todos los datos y fotografías existentes, interrogaron testigos, hicieron planos y pusieron manos a la obra.

Se inició el rodaje de la serie, y el pseudo OVNI alcanzó su cometido hasta que terminó la producción. Le tocaba ahora cumplir su segunda tarea: la campaña publicitaria para promoverla. La idea era llevar el “platillo” a diferentes ciudades de los Estados Unidos y exponerlo, a fin de que el público lo visitase. Dicho y hecho: después de un día de trabajo y el aporte de quince obreros, el artefacto pudo ser desarmado y movido para proceder a su traslado. Inició una gira de ciudad en ciudad; victoriosa en cuanto al resultado beneficioso, pero fatigosa, por otro lado, por lo difícil que resultaba armar y desarmar el “platillo”, y el largo tiempo que esta operación requería.

El 15 de junio, a la hora del almuerzo, cuando la nave estaba cerrada al público y el personal había ido a descansar, el sol quedó cubierto por unas espesas nubes, muy bajas, que parecían aplastar la ciudad. La atmósfera había perdido su luminosidad y Denver parecía opacada. Antes de cumplirse la hora, los nubarrones desaparecieron en las alturas del cielo, y el sol volvió a brillar. Todo era como antes, menos en el terreno asignado a la exposición del “platillo”. Algo era distinto allí, algo faltaba: el “OVNI” construido en broma para fingir ser verdadero; el “plato volador” hecho por terrícolas y destinado a rodar por humildes rutas terrestres; el platillo “de mentira”, que había emprendido vuelo. Al menos, era lo único que cabía pensar.

Cualquier posibilidad de hurto quedó desde el comienzo descartado; nadie en este mundo podía desarmar en una hora el enorme artefacto y llevarlo, al menos, en varias piezas; nadie tampoco podía arrastrarlo y huir con él (no había cómo y tampoco por dónde, ya que las calles que llevaban al lugar de exposición no eran anchas, y recordemos que el diámetro de la nave era de veinte metros). Quedaba la tierra, si es que esta se lo había tragado. O bien el cielo, si es que se lo había llevado. Agotadas las preguntas (pero no el profundo asombro), los de la caravana de la serie televisiva decidieron lavarse las manos y dejar que las autoridades resolvieran el misterio. Pero las mismas, visto lo insólito del caso, así como su aparente insolubilidad, declararon, ni cortas ni perezosas, que el “rapto” era simulado y que se trataba de una nueva maniobra de publicidad.

Y así quedaron las cosas. Hasta hoy, o hasta que alguien pueda demostrar o que todos piensan: que han sido algunos extraterrestres los que produjeron los nubarrones, así como ha ocurrido en otras oportunidades. Queda el porqué. ¿Por qué lo hicieron? ¿Quizás por curiosidad, para ver qué es lo que llevaba en sus entrañas y de qué estaba hecho? ¿O quizás también para dar una lección a los hombres, o una advertencia de que no traten de igualarlos? ¿Por qué suponer que llevaron nuestro platillo para estudiarlo?

Quizás había algo en su construcción que no pasaba de ser un juguete para nosotros, pero podría ser la inspiración o la clave secreta de las verdaderas naves alienígenas. Como si un hombre de la calle, experimentando con pinturas al óleo, realizara una obra maestra por pura casualidad. Quizás el platillo resultó demasiado real y verdadero.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 1

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