El soneto 38 de "Sonetos del portugués" de Elizabeth Barrett, conocido como "La primera vez que me besó", es un poema de amor destacado. Publicado en 1850, la obra resalta en la colección "Poemas". Su autora, ícono de la era victoriana, dedicó este soneto a su gran amor, el poeta Robert Browning. En la sociedad de la época, el primer beso tenía un valor excepcional, aunque sorprendentemente no igualaba a los ejecutores. En la rigidez de la cultura victoriana, las mujeres no besaban, sino que eran besadas. Por lo tanto, el recuerdo crucial para Elizabeth, no es su primer beso, sino la primera vez que fue besada, desafiando las normas de la época y resaltando la asimetría en las relaciones de aquel entonces.
5- La primera vez que me besó (Elizabeth Barrett Browning)
La primera vez que él me besó,
Fue sobre estos dedos que ahora escriben;
Y desde entonces han crecido en pura palidez,
Lentos para estrechar otras manos,
Y lascivos para acariciar sus labios
Mientras los ángeles suspiran.
Aquel anillo de amatista
Permanece lejos de mi vista,
Desde que ese primer beso
Bendijo su antiguo hogar.
El segundo pasó más alto que su ancestro,
Y buscó la frente, fallando a medias,
Derramándose sobre mis cabellos,
Superando toda recompensa.
Esa fue la cima del dolor,
La corona misma del amor.
Con santificadas dulzuras
Procedió el tercero,
Sobre mis labios, presionándolos
En un púrpura suave, perfecto.
Desde entonces, ciertamente,
He dicho plena y orgullosa:
Mi Amor, sólo mío.
Fue sobre estos dedos que ahora escriben;
Y desde entonces han crecido en pura palidez,
Lentos para estrechar otras manos,
Y lascivos para acariciar sus labios
Mientras los ángeles suspiran.
Aquel anillo de amatista
Permanece lejos de mi vista,
Desde que ese primer beso
Bendijo su antiguo hogar.
El segundo pasó más alto que su ancestro,
Y buscó la frente, fallando a medias,
Derramándose sobre mis cabellos,
Superando toda recompensa.
Esa fue la cima del dolor,
La corona misma del amor.
Con santificadas dulzuras
Procedió el tercero,
Sobre mis labios, presionándolos
En un púrpura suave, perfecto.
Desde entonces, ciertamente,
He dicho plena y orgullosa:
Mi Amor, sólo mío.
Recopilación
El PELADO Investiga
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