ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 70 | 29.11.2024

LAS PALOMAS HECHIZADAS DE CRACOVIA


En el corazón de Cracovia, una de las plazas más grandes del viejo continente, se despliega un escenario que va más allá de la majestuosidad arquitectónica. Este rincón turístico por excelencia alberga no solo iglesias y edificaciones de época, sino también una leyenda cautivadora que se teje en torno a las palomas hechizadas que revolotean en la Plaza del Mercado. Este relato mágico y evocador se remonta al siglo XII, sumergiéndonos en los intrincados recovecos de la historia de Cracovia y el príncipe Enrique IV el Probo.

En aquel lejano siglo, Enrique IV, anhelaba conquistar Cracovia tras la repentina muerte del príncipe local Leszek el Negro. Sin embargo, una vez lograda la conquista, se enfrentó al desafío de obtener el beneplácito del Papa para legitimar su reinado. La perspectiva de un viaje a Roma para obtener el reconocimiento papal se presentaba ante él, pero sus arcas estaban exhaustas debido a los estragos de la guerra.

Fue en este momento cuando la astuta burguesía cracoviana, en lugar de prestarle dinero al príncipe recién llegado, le sugirió una ruta inusual para obtener ingresos: visitar a la malévola bruja Marckanna. La hechicera, habitante de una ciénaga tenebrosa en los prados de Zwierzyniec, propuso a Enrique un acuerdo intrigante: a cambio de sus mejores caballeros, recibiría oro en abundancia. La decisión del príncipe no fue fácil, pero la tentación del trono y la perspectiva de riqueza lo llevaron a aceptar la propuesta.

Esa noche, después de realizar el trato, tuvo sueños inquietantes y despertó en un silencio extraño. Al explorar su entorno, descubrió que sus valientes caballeros habían desaparecido, y en su lugar, el edificio estaba invadido por una multitud de palomas. La realidad se reveló cuando las aves, alzándose en vuelo hacia el Castillo de Wawel, dejaron caer piedrecitas convertidas mágicamente en oro a los pies de Enrique.

El príncipe comprendió que la malvada bruja había transformado a sus leales caballeros en palomas, entregándole el oro acordado. Marchó hacia Roma con la esperanza de obtener el favor del Papa, pero su destino tomó un giro inesperado y, según la tradición, nunca regresó a Cracovia. El oro se desvaneció en festividades y placeres, y desde entonces, las palomas hechizadas de Cracovia, que una vez fueron valientes guerreros, aguardan revoloteando en la plaza, esperando el regreso de su príncipe para desatar el hechizo que las mantiene cautivas en este escenario pintoresco de la historia polaca.

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El PELADO Investiga
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