Aristóteles, en su obra "Del sueño y la vigilia", escrita hace aproximadamente 2.300 años, menciona que casi todos los animales, independientemente de ser acuáticos, aéreos o terrestres, cultivan el hábito de soñar. Centrándonos en los gatos, que pueden dormir entre 16 y 18 horas diarias, el sueño se convierte en su realidad predominante.
Los gatos, al igual que los humanos, experimentan sueños profundos, REM y otros estados intermedios durante sus extensas horas de sueño. Aproximadamente el 30% de su tiempo de descanso se dedica a los sueños. Cuando varios gatos comparten territorio, tienden a coordinar sus estados oníricos para evitar profundidades sincronizadas en el grupo.
Durante el sueño, especialmente en pesadillas, los gatos emiten sonidos apenas audibles para los humanos, pero perceptibles dentro del rango acústico felino. La presencia de otro gato cercano puede despertar al soñador. Se observa que los gatos más jóvenes suelen tener sueños más intensos, y con los años, tanto las pesadillas como los temblores asociados tienden a disminuir.
Estudios en diversos institutos y centros de sueño en Europa sugieren que, aunque los sueños de los gatos no difieren mucho de los humanos, se centran en tres categorías principales: eventos traumáticos, experiencias de encierro y luchas con otros gatos. Los sueños vinculados a eventos traumáticos sugieren una conexión con el hipocampo, área cerebral encargada de la memoria. Por ejemplo, un gato que ha sobrevivido a un accidente puede soñar con ese hecho a lo largo de su vida.
Aunque los sueños de gatos y humanos comparten similitudes fundamentales, las manifestaciones de los sueños felinos son más discernibles. Movimientos bruscos, temblores o la sacudida de la cola indican que el gato está soñando. En caso de pesadilla, adoptan posturas incómodas, aparentando falta de relajación. Además, durante el sueño, emiten sonidos irregulares similares a la frustración experimentada cuando un gato observa una presa inalcanzable, a menudo acompañados por el retraimiento del labio superior.
Las semejanzas entre los sueños de gatos y humanos incluyen la posibilidad de que los gatos experimenten episodios de sonambulismo. Aunque este fenómeno no es común, puede ocurrir en gatos con lesiones cerebrales. En un experimento cruel en la Universidad de Lyon en 1959, la extirpación del locus cerúleo en gatos llevó a comportamientos erráticos durante el sueño REM, como caminar, saltar y cazar presas ficticias.
Los gatos domésticos saludables sueñan diariamente. Excluyendo experiencias traumáticas, sus sueños se limitan a eventos recientes almacenados en la memoria. Los gatos que pasan gran parte del día solos y encerrados son propensos a tener más pesadillas que sueños agradables, subrayando la importancia del juego que estimule sus instintos predadores.
Jugar no solo beneficia su salud física, sino también influye en sus sueños. La falta de experiencias puede limitar sus sueños; por ejemplo, un gato no podrá soñar con cazar ratones o pájaros si nunca ha tenido la experiencia visual. Jugar proporciona un valioso material para que los gatos revivan estas actividades en sus sueños.
Aquellos que han tenido gatos seguramente han vivido madrugadas agitadas donde los felinos maúllan, lloran y corren por la casa. Este comportamiento se vincula con los sueños y pesadillas relacionadas con situaciones frustrantes que el gato necesita liberar durante la vigilia. Si la pesadilla involucra una presa inalcanzable, se observará un comportamiento ansioso, como un testimonio vivo de la experiencia onírica reciente.
En síntesis, una exploración profunda de los sueños de los gatos, proporcionando una comprensión más rica de sus comportamientos nocturnos y la conexión entre sus experiencias diurnas y el mundo onírico felino.
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