La película comienza en la nave comercial Nostromo, cuyos siete tripulantes despiertan de un estado de hibernación tras recibir un mensaje de origen desconocido, que interpretan como una señal de auxilio. Siguen el rastro hasta un planeta inhóspito, donde hallan una nave abandonada. Al explorarla, uno de ellos descubre una cámara llena de huevos, y de uno emerge una criatura que se adhiere a su rostro, dejándolo en coma. Cuando este despierta, la tripulación descubre que ya no son solo siete, sino que hay un nuevo y letal pasajero a bordo. Te recomiendo que, si no has visto esta icónica película, deberías hacerlo antes de continuar escuchando este expediente.
La criatura que cobró vida gracias al arte de Hans Ruedi Giger, basada en el guion de Dan O’Bannon titulado “Memory”, se transformó en el icónico xenomorfo. Este ser, con un diseño visual que fusiona formas orgánicas y tecnológicas, sumerge al espectador en un entorno que parece parte de un ser vivo. Su figura, de marcada simbología sexual, combina elementos fálicos y vaginas dentadas, otorgándole una dimensión visceral que le valió el Óscar a mejores efectos especiales.
Los detalles de la escenografía refuerzan esta sensación orgánica. Los sonidos del sistema de ventilación evocan la respiración de un organismo. Las puertas parecen orificios, y los fluidos que gotean remiten a secreciones biológicas. Los pasillos del planeta desconocido recuerdan al tracto intestinal, mientras que la cámara de los huevos se asemeja a un gigantesco útero. Este lenguaje visual conecta directamente con los temores más profundos del ser humano.
En su esencia, “Alien” explora la reproducción asistida, reflejando los avances de la época en técnicas como la fecundación in vitro. La Nostromo tenía como objetivo principal llevar al xenomorfo a la Tierra para su análisis, aunque esto pusiera en riesgo a la tripulación. La criatura es denominada “el hijo de Kane” por el científico Ash, subrayando la metáfora de una gestión forzada. La escena del “parto” mortal, donde el alien emerge del pecho de su anfitrión, es una de las más icónicas del cine y recuerda al ciclo reproductivo de ciertas avispas parasitoides.
La atmósfera del filme está impregnada de simbolismo sexual que genera incomodidad en el espectador, apelando al miedo de ser violentado sexualmente. Las agresiones del facehugger y del xenomorfo son metáforas de violaciones: el primero insemina oralmente a Kane para que geste al alien, mientras que Ash ataca a Ripley intentando asfixiarla con una revista enrollada. Además, la lengua dentada del alien reproduce una penetración violenta, mezclando elementos de ambos sexos en su diseño.
El xenomorfo no mata por placer, sino por instinto de supervivencia y preservación de su especie. Solo ataca cuando su cuerpo ha crecido lo suficiente, escondiéndose incluso en la nave de escape de Ripley. En una escena crucial, la protagonista descubre que algunos tripulantes habían sido envueltos en capullos, sugiriendo que eran utilizados como incubadoras para nuevos alienígenas.
El terror de “Alien” radica en la combinación de sexo y muerte, transformando el acto biológico de la reproducción en algo horriblemente inquietante. La obra trasciende el género de ciencia ficción y atrae a un público más amplio gracias a su narrativa disruptiva. La protagonista, Ripley, ha sido interpretada como un símbolo de empoderamiento femenino, equilibrando atributos tradicionalmente asociados con ambos géneros: valentía, sensibilidad y una figura maternal.
Ripley encarna la maternidad de forma literal y simbólica. Adopta a Newt en la segunda película y actúa como protección y sostén emocional de quienes la rodean. Sin embargo, su maternidad está marcada por la tragedia: todos sus “hijos” mueren. Incluso en la tercera entrega, Ripley se sacrifica al no poder abortar al alien que lleva dentro, mientras que, en la cuarta, es clonada para dar a luz al último xenomorfo. Este ciclo refuerza la narrativa de una maternidad impuesta con consecuencias devastadoras.
El xenomorfo, una vez nacido, despliega su fuerza y poder de dominación, actuando como un depredador que acecha a sus presas con sigilo. Las escenas de persecución en los pasillos oscuros de la nave evocan el miedo colectivo a la violencia sexual en espacios urbanos. La película construye un paralelismo entre la invasividad del alien y el trauma de las violaciones, enfatizando la desprotección de las víctimas.
El desenlace de la saga es tan perturbador como poético. En la cuarta cinta, Ripley se enfrenta a un dilema emocional con el alien híbrido que “engendró”. Este la percibe como su madre, pero finalmente ella lo destruye, cerrando el ciclo de terror y maternidad forzada. La escena final, en la que el alien muere entre gritos que suenan dolorosamente humanos, provoca un sentimiento ambiguo en el espectador: no solo se extingue un monstruo, sino también un hijo.
“Alien: el octavo pasajero” se destaca por convertir el proceso reproductivo en una fuente de horror psicológico y visual, logrando que su impacto trascienda décadas y géneros. La película es mucho más que una historia de un extraterrestre asesino: es una exploración de los miedos más profundos de la humanidad, desde la violencia sexual hasta la imposición de la maternidad, todo ello enmarcado en un escenario espacial que sigue siendo igual de inquietante que en su estreno.
Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 72