ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 61 | 27.09.2024

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HACHIKO

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Nació en noviembre de 1923 en Odate, Akita, el hogar ancestral de los akita-inu. Esta raza, de gran tamaño y antigua popularidad en Japón, fue designada ícono nacional en 1931. Los akitas, conocidos por su tranquilidad, sinceridad, inteligencia y valentía, fueron entrenados para cazar jabalíes y alces. También son extremadamente leales y desconfían de los extraños.

Hidesaburo Ueno, un agrónomo que enseñaba en la Universidad de Tokio, encontró a Hachiko cuando aún era un cachorro en 1924. Aunque al principio no estaba seguro de quedarse con él, terminó encariñándose y decidió adoptarlo. Notando una desviación en las patas delanteras del perro, lo llamó Hachi, que significa "ocho" en japonés.

Ueno tomaba el tren al trabajo varias veces a la semana, acompañado por sus tres perros, incluido Hachiko, que esperaba en la estación hasta su regreso. El 21 de mayo, sufrió una hemorragia cerebral durante una reunión y falleció, dejando a Hachiko solo tras 16 meses juntos. 

Durante el velatorio, testigos relataron que Hachi olfateó a su dueño y se arrastró debajo del ataúd, negándose a moverse. Pasó los siguientes meses con diferentes familias fuera de Shibuya, pero finalmente regresó a vivir con el jardinero de Ueno. Volviendo al área donde vivía su maestro, Hachiko reanudó su ritual diario de esperar en la estación, sin importar el clima.

Por la noche, Hachi se paraba en la entrada y observaba a cada pasajero como si buscara a alguien, según los testigos. Al principio, los empleados de la estación lo veían como una molestia. Los vendedores le arrojaban agua y los niños lo intimidaban. Sin embargo, después de que el Tokyo Asahi Shimbun escribiera sobre él en octubre de 1932, Hachiko ganó atención nacional. La estación recibía donaciones de comida para él diariamente, y turistas de todas partes venían a verlo. Se escribieron poemas y haikus en su honor.

En abril de 1934, se inauguró una estatua en su honor con Hachiko presente en la ceremonia. Para entonces, ya era una celebridad. Altos dignatarios, junto con Kishi Kazutoshi, autor de un libro sobre su historia, y Sakano Hisako, sobrina del profesor Ueno, asistieron al evento.

La muerte de Hachiko el 8 de marzo de 1935 fue portada en muchos periódicos. En su funeral, monjes budistas ofrecieron oraciones y autoridades leyeron elogios. Miles visitaron su estatua en los días siguientes. En el Japón empobrecido de la posguerra, una campaña para una nueva estatua recaudó 800,000 yenes, una suma considerable para la época, equivalente a US$28 millones hoy.

Sin embargo, tanto interés por un animal no era solo por su lealtad. En los años treinta, una época de auge de las corrientes totalitarias, la fidelidad de Hachiko fue instrumentalizada para promover una ideología cercana al fascismo. Su lealtad se comparó con la doctrina del bushido, que establecía un fuerte vínculo entre el guerrero samurái y su señor. Hachiko, desde esta perspectiva, simbolizaba la obediencia del pueblo japonés a su emperador.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 47

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