Conocido también como "el archivero", es uno de esos personajes que los estudiosos de lo oculto consideran enigmáticos e inquietantes. Su figura aparece repetidamente en textos prohibidos y grimorios antiguos, especialmente entre los siglos XV y XVII, donde se le menciona como un demonio con un conocimiento y una memoria prodigiosa. Se dice que tiene una especial relación con las leyes, los pactos y la justicia, lo que ha llevado a varios demonólogos a describirlo como el “abogado de las causas perdidas”. En este rol, Baalberith defiende a los que suelen ser derrotados en los tribunales, especialmente a los pobres y desamparados, otorgándole así un extraño aire de defensor de los oprimidos, aunque su esencia sea demoníaca.
Los antiguos fenicios parecen haber tenido una versión primitiva de Baalberith, a quien se conocía como testigo de juramentos y acuerdos. Esto lo convierte en el “señor de los convenios”, y esta traducción se confirma en su propio nombre: “Baal” que significa “señor” y “Berith” equivale a “convenio” o “acuerdo”. Durante mucho tiempo, este demonio fue venerado en varios rituales, y su influencia alcanzó a personas que llevaban amuletos o talismanes asociados con él para asegurar éxito en acuerdos o negociaciones.
Uno de los textos en los que aparece Baalberith es el Libro de Jueces, en el Antiguo Testamento, donde se menciona la destrucción de un templo dedicado a él durante el conflicto con Abimelec, un líder local. Tras este incidente, su culto comenzó a perder seguidores hasta casi desaparecer, y muchos aspectos de su historia se volvieron leyendas. En el ámbito de la magia y la alquimia, su figura también fue relevante. Se decía que Baalberith ayudaba a los alquimistas a transformar metales y resolver problemas en los meses de verano, específicamente en junio, un tiempo en el que se le invocaba para asuntos relacionados con la sabiduría y la transformación.
El culto a Baalberith ha dado lugar a confusión con otros demonios conocidos, como Belcebú, Baalcefon, Baal, Bael, Belial y Belfegor. Los antiguos relatos sugieren que la adoración a Baalberith se consolidó de tal forma que algunas personas veían en él una presencia casi equivalente al propio Belcebú. Esta identificación podría deberse a su popularidad como protector de los acuerdos y de quienes se enfrentaban a conflictos legales o disputas públicas. Con el tiempo, algunos especialistas en demonología empezaron a referirse a él como una posible representación de Belcebú, pero bajo otro nombre, quizá una de las muchas máscaras de este espíritu de renombre.
A través de los siglos, su nombre ha sido reinterpretado muchas veces, y su figura adaptada a las necesidades de la época. Para algunos, es un protector; para otros, una representación de tentaciones humanas. Sin embargo, su papel como “señor de los convenios” y protector de los acuerdos lo convierte en un personaje complejo dentro de la mitología y los estudios de demonología.
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El PELADO Investiga
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