El nombre de Pocahontas evoca una imagen icónica que pocos desconocen, en parte gracias a la popularidad de una película animada que llegó a millones de personas a mediados de los años 90. Sin embargo, detrás de la versión conocida se encuentra una historia real y compleja que, en muchos aspectos, se aleja de las idealizaciones del cine. Pocahontas fue una mujer de carne y hueso que vivió a comienzos del siglo XVII, en lo que hoy conocemos como Virginia, en los Estados Unidos. Su verdadero nombre era Matoaka, aunque se le dio el apodo de Pokahantesú, que con el tiempo se convirtió en Pocahontas en la versión de los colonos ingleses.
Pocahontas era la hija de un importante líder tribal, conocido como el jefe Powhatan, que gobernaba una confederación de pueblos indígenas en el área. Su vida cambió radicalmente cuando los colonos ingleses llegaron a sus tierras, buscando establecer asentamientos en un territorio que su pueblo había habitado durante generaciones. Cuando tenía alrededor de once años, conoció a los colonos, quienes para su tribu representaban una amenaza. Para mostrar su descontento con la invasión de extranjeros, los líderes locales decidieron apresar a uno de sus jefes: el capitán inglés John Smith. Según se cuenta, Smith fue llevado a la comunidad y condenado a morir; sin embargo, en el momento de su ejecución, la joven Pocahontas intervino para salvarlo, una escena que ha pasado a la historia, aunque no hay plena certeza sobre la veracidad de este episodio, ya que proviene exclusivamente de los relatos de Smith.
A partir de entonces, se inició una relación de aparente respeto entre los colonos y los pueblos indígenas de la zona. Los ingleses, poco acostumbrados a sobrevivir en un territorio hostil, enfrentaron temporadas de gran escasez de alimentos, y fue entonces cuando Pocahontas y otros niños de su comunidad se acercaron a llevarles provisiones. Sin embargo, esta paz fue temporal, pues los colonos continuaron expandiéndose en busca de más tierras, lo que generó tensiones crecientes. En medio de este conflicto, el padre de Pocahontas invitó a los ingleses a una reunión en su territorio. Pero la joven los advirtió de que podría tratarse de una emboscada. Algunos creen que esta traición fue motivada por algún sentimiento hacia los ingleses, pero no existen pruebas que respalden la versión romántica popularizada sobre un posible romance con Smith.
Con el paso de los años, la vida de Pocahontas se complicó. Los conflictos entre colonos e indígenas aumentaron y, cuando ella contaba con unos 18 años, fue tomada como rehén por Samuel Argall, un marino inglés que la utilizó como moneda de cambio para exigir la liberación de otros colonos apresados por su pueblo. Durante el año que estuvo cautiva, su historia dio un giro radical: fue bautizada como cristiana con el nombre de Rebecca, y conoció a John Rolfe, un importante plantador de tabaco. Finalmente, la joven nativa fue liberada a cambio de contraer matrimonio con Rolfe, lo que la convirtió en la primera indígena americana en casarse con un europeo documentado en la historia de los asentamientos coloniales.
El matrimonio de Pocahontas con Rolfe marcó un intento de unión entre dos culturas en conflicto. Poco después, ambos viajaron a Inglaterra, donde fue presentada ante la nobleza como un símbolo de paz entre los colonos y los pueblos indígenas. Durante su estancia en Londres, Pocahontas descubrió que John Smith, a quien creía muerto, estaba vivo, lo que supuso una gran conmoción para ella y su percepción de los colonos. Aunque coincidieron en las calles de la ciudad, no se saludaron, pero se sabe que Smith pidió a la reina Ana que tratara a Pocahontas con el respeto que merecía su condición de hija de un jefe tribal.
La visita de Pocahontas a Inglaterra fue breve y difícil. Poco después de llegar, contrajo una extraña fiebre, que podría haber sido tuberculosis, y su salud se deterioró rápidamente. Finalmente, falleció en marzo de 1617, a la temprana edad de 21 años. Fue enterrada en la parroquia de San Jorge, en Gravesend, aunque el lugar exacto de su tumba se perdió tras el incendio de la iglesia en el siglo XVIII. A pesar de ello, una estatua en su honor se erige hoy en la iglesia reconstruida.
La historia de Pocahontas es un reflejo de los intensos encuentros y desencuentros entre dos culturas distintas. Para su pueblo, ella fue una joven que navegó las tensiones entre sus raíces y el mundo cambiante que los colonos europeos representaban. Hoy en día, su vida real contrasta notablemente con las versiones idealizadas que han llegado a la cultura popular. En su vida, Pocahontas fue una figura que trató de tender puentes en tiempos de grandes divisiones, y su legado sigue siendo un símbolo de la complejidad del encuentro entre culturas.
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