Más allá de las explicaciones psicológicas que tratan de entender por qué los payasos nos generan miedo, una idea que atrajo la atención de pensadores como Sigmund Freud y Carl Jung, existe un pasado histórico de estas figuras inquietantes que podría dar cuenta de por qué, aún en la actualidad, nos siguen perturbando. Durante los carnavales medievales, muy distintos a los que conocemos hoy en día, los payasos llevaban a cabo una danza denominada “Antick”, un término que significa literalmente “payasadas” y que consistía en ejecutar gestos grotescos y obscenos, burlándose de todo y todos. En este contexto, la función de este baile era invertir los valores éticos y destacar lo absurdo del orden social establecido.
La palabra tiene su origen en el latín antiquus, que se traduce como “antiguo” o “venerable”. Esto implica que las payasadas realizadas por los payasos no eran una costumbre trivial. De hecho, el término carecía de connotaciones negativas. Es decir, las figuras de los payasos y sus payasadas tenían un significado profundo y ancestral. Lo que realmente sabemos acerca de la función de los payasos y de lo que acontecía durante esos carnavales medievales es limitado, en parte porque estos personajes se caracterizaban por utilizar lo absurdo en sus representaciones, incluyendo frases sin sentido como: “Hey, nonny nonny!” o “Hey, deny down”.
Algunos estudiosos han sugerido que los payasos eran una versión degradada de antiguas liturgias paganas, interpretando danzas grotescas y deformando antiguas invocaciones y ritos mágicos, pero siempre en la versión secularizada de esos rituales: el carnaval. El HEY que los payasos utilizaban en casi todas sus actuaciones no estaba relacionado con una interjección desafiante o airada, sino que formaba parte de un antiguo patrón lingüístico vinculado a rituales paganos. De este modo, al igual que el carnaval está asociado a las festividades paganas, los payasos simbolizaban una versión degradada de los sacerdotes que llevaban a cabo ceremonias durante esas celebraciones.
Por ejemplo, la palabra “payaso” en español (y “paillasse” en francés) proviene del italiano “pagliacci”, que a su vez deriva del latín “paleaci”, que significa “saco de paja”. Este origen da cuenta de la relación de los payasos con antiguos ritos de fertilidad. Lo mismo ocurre con la palabra “clown” en inglés. Su forma más antigua, “cloyne”, significa “rústico”, pero en versiones escandinavas mucho más antiguas, “klunni” se refería a un “espantapájaros”, algo similar a un “saco de paja” que custodiaba las cosechas. En resumen, las payasadas de los payasos consistían en un conjunto de gestos extravagantes, cómicos, grotescos y, a menudo, obscenos, que eran una deformación de las liturgias paganas y sus rituales de fertilidad.
En este sentido, los payasos representan una versión desmejorada de los antiguos sacerdotes paganos. Cuando alguien usaba el término “Antick” para ser más preciso, se refería a un conjunto de costumbres antiguas, fantásticas e incongruentes que los payasos representaban en los carnavales, recordándole al pueblo de qué se trataban esas celebraciones: una deformación de las fiestas paganas originales. En este contexto, los payasos no están ahí para burlarse de nosotros, ni para divertirnos con sus gestos y acrobacias, ni mucho menos para inspirarnos miedo. Están ahí para recordarnos que el carnaval, como ellos mismos, es una versión degradada de lo que alguna vez fue sagrado y temible.
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