
Es un poema metafísico de amor del escritor inglés John Donne, publicado en la antología de 1633 “Poemas”. Considerado una de sus obras más destacadas, Donne afirma que cualquier hombre que crea haber amado durante una hora está loco, no porque el amor pueda deteriorarse en tan poco tiempo, sino porque en ese breve lapso es capaz de devorar el corazón de cualquiera.
En otras palabras, el amor es indestructible, pero tiene el poder de destruir a los amantes. En este sombrío contexto planteado por John Donne, todos los corazones son corazones rotos.
El autor sugiere que el corazón es un vehículo inadecuado para el amor, o, mejor dicho, ineficaz. El amor lo desborda, lo supera, lo rompe. Este concepto resulta fascinante: el corazón no se rompe por el desengaño o la ruptura de una relación, sino en la cúspide del amor en su máxima intensidad.
“El corazón roto”
Demente está quien afirma
haber estado una hora enamorado,
mas no es que el amor así se desvanezca,
sino que, de hecho, en menos tiempo os puede devorar.
¿Quién osará creerme si juro
haber sufrido un año de esta plaga?
¿Quién no se reiría de mí si yo dijera
que vi arder todo un día la pólvora de un frasco?
¡Ay, qué insignificante el corazón,
si llega a caer en manos del amor!
Cualquier otro pesar deja sitio
a otros pesares, y para sí reclama sólo una parte.
Vienen hasta nosotros, pero a nosotros el Amor arrastra,
y, sin masticar, nos absorbe.
Por él, como por el infame hierro, tropas enteras caen.
Él es el esturión tirano; nuestros corazones, la morralla.
Si así no fue, ¿qué le sucedió
a mi corazón cuando te vi?
A la alcoba traje un corazón,
pero de ella emergí vacío, desolado.
Si contigo hubiera ido, sé
que a tu corazón el mío le habría enseñado
la compasión.
Pero, ¡ay!, Amor, de una herida lacerante la felicidad
se ha quebrado.
Más la Nada en Nada puede convertirse,
ni sitio alguno puede del todo vaciarse,
así, pues, pienso que aún posee mi pecho todos
esos fragmentos, aunque no estén reunidos.
Y ahora, como los espejos rotos muestran
cientos de rostros más menudos, así
los añicos de mi corazón pueden sentir agrado,
deseo y adoración,
pero después de tal Amor, jamás volverán a amar.
Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 89