
En esta canción no hay frases rebuscadas ni poesía decorativa. Hay una imagen. Una sola, poderosa, inquietante: unos ojos de video tape. Una mirada que no siente, que no juzga, que no interviene. Solo graba. Solo observa. Como si la vida misma fuera un espectáculo sin sentido, que se registra, pero no se vive.
Charly pone el dedo justo en ese instante donde todo se empieza a volver automático. El mundo gira al revés, pero vos miras a la pared. Las noticias cruzan el mar, pero no te mueven. No hay agua caliente, pero eso ya ni importa. Porque no es el confort lo que te preocupa. Es el vacío. Es esa sensación de que todo está pasando y vos no sos parte de nada.
“No tengo que escribir canciones de amor”, dice. Y con eso lo dice todo. No hay lugar para lo superficial. Lo romántico suena ridículo cuando la realidad es un loop sin alma, cuando la mirada se vuelve mecánica, digital, impersonal.
Pero esta canción no es solo una crítica. También es una despedida. Alguien está a punto de irse. Tiene la valija lista. Tiene postales del Paraguay, como si esas imágenes fueran recuerdos de algo que nunca terminó de vivir. Y ahí aparece la pregunta que lo atraviesa todo: ¿te vas porque estás harto de este mundo? ¿O porque ya no podés seguir formando parte de él?
Dos caminos se abren, dos lecturas posibles. Una habla de muerte. De trascender. De mirar la propia vida como una película que ya se terminó de filmar. De esperar una especie de juicio final, ese examen del bien y del mal que menciona la letra. Un viaje sin retorno, pero no necesariamente trágico. Más bien liberador.
La otra interpretación es igual de intensa, pero más esperanzadora. Quien se va no muere, sino que renace. Elige vivir diferente. Apagar los medios, desconectar el piloto automático, dejar de consumir realidades ajenas. Y empezar a mirar de verdad. Aunque eso implique renunciar a ciertas comodidades, aunque no haya agua caliente en el calefón. Lo importante ya no es eso. Lo importante es vivir con sentido.
Porque en el fondo, esta canción también habla de eso: del precio de despertar. De lo que se pierde y lo que se gana cuando uno decide dejar de ser espectador.
“Ojos de video tape” no es un hit común. Es una advertencia. Es un espejo. Y, sobre todo, es una invitación. A mirar más allá de la pantalla. A elegir si querés seguir siendo parte de ese mundo que gira al revés… o si preferís agarrar tus cosas, salir de escena, y vivir tu propia película.
Una que, con suerte, este mundo extrañará por siempre.
Tema musical incluido en el #expediente 99, del 11.07.2025
Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 99