ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 120 | 05.12.2025

ZAMZAM, EL AGUA QUE BROTA DEL DESIERTO (Parte 2)


La investigación anterior dejó abierta una pregunta inquietante: ¿qué hace diferente a Zamzam, más allá de su composición imposible y su persistencia milenaria? Para entenderlo, este segundo expediente se adentra en su historia espiritual y en los episodios que moldearon su carácter sagrado, porque el agua no se explica solo por su química, sino por el eco de los siglos que corre dentro de ella.

Zamzam, el agua que brota del desierto, era venerada incluso antes del Islam. Tras su redescubrimiento, los habitantes de La Meca la trataban con un respeto solemne. Bebían de ella antes de enfrentarse a decisiones cruciales o antes de defenderse de los enemigos. La cantidad de recipientes acumulados junto al pozo era un indicio visible de la gravedad del momento. Para ellos, no era simple agua: era una bendición, una ayuda y, en ocasiones, la diferencia entre el éxito y el fracaso.

El pozo se encuentra a pocos pasos de la Ka’bah, detrás del Maqam de Ibrahim, hacia la izquierda, claramente identificado hoy en el mármol del Mataf. Fue excavado para facilitar la extracción moderna del agua y despejar el camino de los peregrinos que realizan el Tawaf. Existen otros pozos en distintas regiones, como uno en Medina, pero ninguno es el original.

Como toda cosa sagrada, se hizo merecedora de múltiples nombres. Algunos evocan su carácter bendecido, otros su historia sublime, y otros describen sus atributos físicos y espirituales. Entre ellos se encuentran “bendición”, “bendecido”, “buenas noticias”, “santificado”, y aquellos relacionados con el Arcángel Gabriel, en memoria del acto con el que abrió la tierra para que brotara el manantial. También se la conoce como “cura para las enfermedades”, “alimento para los hambrientos”, “suficiente”, “benefactora”, “pura y dulce”.

La tradición conserva un episodio que refuerza su carácter celestial. Ibn ‘Abbas relató que, cuando un hombre cayó y murió dentro del pozo, se retiró gran parte del agua para recuperar el cuerpo. Después, indicó que se recogiera el agua del punto exacto donde brotaba la corriente proveniente de la dirección de la Ka’bah, afirmando que su origen era del Paraíso.

La Mezquita Sagrada de Meca, la primera Casa de adoración designada para la humanidad, está marcada por numerosos signos evidentes, como el sitial de Abraham. Zamzam es uno de esos signos, y cronológicamente, el primero. Su surgimiento fue respuesta a la súplica de Ibrahim cuando dejó en aquel valle árido a su esposa y a su hijo, confiando en la protección de Al-lah. Allí pidió provisión, cercanía humana y frutos; Zamzam fue el primer fruto, el inicio de la misericordia manifestada en pleno desierto.

Uno de sus atributos más extraordinarios es que nunca se agota. Según un dicho del Profeta, si Hayar hubiera permitido que el agua corriera libremente, se habría convertido en un gran manantial que jamás se secaría. Y, aun así, sin convertirse en río, fluye desde hace miles de años abasteciendo a millones de peregrinos. Además, diariamente se envía en grandes cantidades a la mezquita del Profeta en Medina y se distribuye por todo el mundo. Cuanto más se bebe, más brota, como una expresión física de generosidad divina.

Y, aun así, lo más enigmático sigue oculto. La explicación científica de su composición es solo una parte del misterio; lo que implica su origen, su comportamiento y el significado de su persistencia milenaria será materia del próximo y último expediente.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 120

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