También conocidos como calumnias de la sangre, han sido nefastas manifestaciones de antisemitismo arraigadas en la historia europea, especialmente en la Europa bajomedieval. Estos alegatos infundados acusaban falsamente a la comunidad judía de perpetrar asesinatos rituales, especialmente de niños cristianos, para utilizarla en supuestas ceremonias religiosas. Las raíces de estas acusaciones se encuentran en narrativas medievales que culpaban a los judíos de recrear la muerte de Cristo durante la festividad de Pésaj.
Las narrativas de estos libelos describen un proceso macabro y sádico: secuestro de un niño no judío, su reclusión en lugares prominentes, la organización de reuniones comunitarias con el fin de planificar el ritual, la tortura y ejecución del pequeño, y la recolección de su plasma para propósitos místicos. Contrariamente a las enseñanzas hebreas, los libelos de sangre describen actos de tortura y sacrificios humanos, prohibidos en las enseñanzas fundamentales del judaísmo, como los Diez Mandamientos y las leyes del Kashrut. Además, las descripciones de oblaciones con personas contradicen las prácticas rituales y la impureza asociada con la sangre según el Libro del Levítico.
A lo largo de la historia, han surgido numerosos casos notorios, esparcidos por toda Europa desde la Edad Media hasta tiempos más recientes. Ejemplos incluyen el caso de Guillermo de Norwich en Inglaterra en 1144, el de San Richard de Pontoise en Francia en 1179, y el famoso caso de Simón de Trento en el Trentino en 1475. Sin embargo, estas acusaciones carecen de fundamentos reales y han llevado a numerosos juicios injustos. La Iglesia Católica, a lo largo de los siglos, ha variado en su actitud hacia estos libelos. Algunos casos, como el de San Hugo de Lincoln en 1255, tuvieron un impacto significativo y llevaron a tensiones entre la comunidad judía y el catolicismo.
En la Edad Media, las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio en España reflejaron la creencia popular de que los judíos realizaban actos sacrílegos en el Viernes Santo. En otras partes de Europa, los relatos de crucifixiones infantiles y rituales sanguinarios fueron alimentando la llama del antisemitismo. Los tiempos modernos no han sido ajenos a estas calumnias.
En el siglo XX, especialmente en países árabes y musulmanes, se han difundido relatos antisemitas en medios de comunicación y literatura, perpetuando el mito del libelo de sangre. El libro "La Matzá de Sión" del ministro de Defensa sirio Mustafá Tlass, publicado en 1983, y las producciones cinematográficas como "El jinete sin cabeza" en Egipto en 2001, son ejemplos contemporáneos de la persistencia de estas narrativas perniciosas.
La Iglesia Católica, en tiempos más recientes, ha condenado el antisemitismo y ha trabajado hacia la reconciliación con la comunidad judía, reconociendo que estos libelos de sangre son falsos y perjudiciales para la coexistencia pacífica entre comunidades religiosas. En la actualidad, la lucha contra el antisemitismo sigue siendo un desafío global, y la educación y la conciencia son herramientas fundamentales para contrarrestar estas falsas narrativas y promover la comprensión mutua.
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El PELADO Investiga
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