En el Horror, la ausencia de explicación es su fuerza. Obras como "El Horla" y "¿Qué fue eso?" muestran criaturas desconocidas que operan en un misterio total. Aquí, la subjetividad del lector o espectador es clave; la mente llena los vacíos, alimentando la ansiedad ante lo inexplicable.
Por otro lado, la Ciencia Ficción requiere estructuras racionales. Aunque muchos grandes relatos combinan elementos de lo fantástico y lo horroroso, la dependencia en la tecnología y la ciencia puede limitar la suspensión de incredulidad. Cuando el enfoque en estos aspectos es excesivo, la historia queda eclipsada por los artilugios tecnológicos.
La figura de Van Helsing en "Drácula" es un ejemplo de cómo la Ciencia Ficción puede integrarse sin comprometer la atmósfera de Horror. Sus teorías son especulativas, nunca definitivas, dejando espacio para lo desconocido. El Horror florece cuando desafía nuestras percepciones del mundo. Lovecraft lo define como una "atmósfera de ansiedad e inexplicable temor ante lo desconocido". Aquí, la falta de explicación es esencial; la incertidumbre alimenta el miedo.
La Ciencia Ficción a menudo malinterpreta el Horror al introducir explicaciones pseudocientíficas que desmerecen la atmósfera. La ciencia no debería ser una herramienta para certificar lo inexplicable. Este género puede verse como un intento de distanciamiento del Horror, una forma de alejarse de lo emocionalmente perturbador. Pero el verdadero atractivo a menudo radica en lo oculto bajo esta objetivación; el Horror latente que no puede ser ignorado.
La distinción entre subjetividad y objetividad es tenue. El Horror fluye naturalmente en lo subjetivo, mientras que la Ciencia Ficción tiende a enredarse en explicaciones que pueden resultar menos efectivas en generar miedo auténtico.
Recopilación
El PELADO Investiga
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