ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 87 | 04.04.2025

¿QUÉ ES LA TRIPOFOBIA?


¿Alguna vez has sentido una extraña incomodidad o incluso repulsión al ver una esponja, un panal de abejas o un trozo de queso con agujeros? Si es así, podrías estar experimentando lo que se conoce como tripofobia, un término que ha despertado gran interés en los últimos años. Aunque la palabra "tripofobia" se originó en foros de internet, fue en 2013 cuando los investigadores Arnold Wilkins y Geoff Cole la llevaron al ámbito científico. Se refiere a una reacción de aversión ante patrones repetitivos de pequeños agujeros o formas geométricas agrupadas. Las personas que la experimentan suelen describir sensaciones de asco, incomodidad o incluso ansiedad al observar imágenes como la flor de loto, ciertos hongos o el caparazón de algunos insectos.

Lo curioso de la tripofobia es que, a diferencia de otras fobias reconocidas en la psiquiatría, no está catalogada en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Esto se debe a que no todos los casos cumplen con los criterios de una fobia clásica, donde el miedo es irracional y provoca una fuerte necesidad de evitación. En cambio, la respuesta más común ante estas imágenes es el asco, lo que ha llevado a los investigadores a considerarla más como una reacción evolutiva que como una fobia en sí misma.


Las personas con tripofobia pueden experimentar una variedad de síntomas, estos incluyen:

- Náuseas o mareo
- Picazón o sensación de hormigueo en la piel
- Dolor de cabeza o incomodidad visual
- Ansiedad o ataques de pánico en casos extremos

Uno de los ejemplos más notorios de este fenómeno es el llamado "pecho de loto", una imagen viral que combina digitalmente semillas de loto con piel humana. Aunque se trata de un montaje, muchas personas han reportado una reacción intensa de repulsión al verlo. A pesar de que aún no se ha determinado una causa exacta, existen varias teorías sobre por qué algunas personas experimentan esta reacción. Una de ellas sugiere que la tripofobia es un mecanismo evolutivo heredado de nuestros ancestros, quienes debían evitar peligros naturales como animales venenosos o enfermedades contagiosas. Muchas criaturas peligrosas, como el pulpo de anillos azules y algunas serpientes, presentan patrones visuales similares a los que generan repulsión en los tripofóbicos.

Otra hipótesis plantea que el cerebro humano asocia ciertos patrones con infecciones cutáneas, como la viruela o la lepra, lo que activa una respuesta instintiva de aversión. Esto explicaría por qué algunas personas sienten picazón o malestar al ver imágenes con múltiples agujeros.

Aunque la tripofobia no es un trastorno clínico reconocido, sí puede afectar la calidad de vida de quienes la padecen. En casos en los que la tripofobia genere una ansiedad significativa, acudir a un profesional de la salud mental es la mejor opción. La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser efectiva para reducir respuestas de aversión y mejorar la tolerancia a los estímulos desencadenantes.

La tripofobia sigue siendo un fenómeno en estudio, con debates sobre su origen y clasificación. Aunque puede parecer una reacción inusual, es más común de lo que se piensa. Si bien no representa un peligro real, para algunas personas puede generar un malestar considerable. La clave está en comprender sus causas y encontrar estrategias para manejarla sin que afecte la vida cotidiana.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 86

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