ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 95 | 13.06.2025

LA IMAGINACIÓN INFANTIL Y SU CONEXIÓN CON LO MÁGICO


En el imaginario colectivo, muchas de las historias que conocemos desde pequeños, como Blanca nieves, Cenicienta o Caperucita Roja, no solo son representaciones encantadoras y moralistas, sino que guardan en su núcleo una riqueza de detalles oscuros y profundos que rara vez se mencionan en las versiones populares, especialmente las de Disney. Estas historias tienen raíces mucho más antiguas y complejas que van más allá de los relatos de princesas y animales parlantes. La magia y los misterios que las envuelven han sido transmitidos por generaciones a través del folclore, y no se pueden replicar completamente en un formato más moderno sin perder algo fundamental. Esta "esencia" es precisamente lo que hace que los cuentos de hadas sigan fascinando a adultos y niños por igual.

La conexión entre estos relatos y la mente humana ha sido explorada por muchos autores y pensadores, entre ellos el poeta británico Walter de la Mare, quien desarrolló una interesante teoría sobre la imaginación. De la Mare, a través de sus ensayos, indicó que existen dos formas primarias de imaginación: la infantil y la juvenil. Esta teoría, a pesar de ser inicialmente un intento de explicar la poesía, también ofrece una valiosa perspectiva sobre cómo nos relacionamos con el mundo fantástico y la forma en que interpretamos las historias.

La imaginación infantil, según el poeta inglés, es aquella que no está limitada por los sentidos y la lógica que los adultos aplican al interpretar el mundo. Los niños, al principio de su vida, no se atienen a lo que consideran “hechos objetivos”; su visión del mundo está marcada por una constante transformación, casi como si percibieran una realidad fluida que está en constante cambio. Esta visión los convierte en pequeños visionarios, pues el mundo para ellos es una mezcla de posibilidades infinitas, en lugar de una serie de eventos concretos que deben ser explicados de forma rígida. En este sentido, las historias fantásticas se convierten en una especie de espejo de su realidad, una realidad en la que la magia y lo inexplicable son tan reales como las piedras y los árboles.

A medida que los niños crecen, empiezan a alejarse de esa fluidez imaginativa y se ven obligados a confrontar una realidad más fija y concreta, dominada por la lógica y el análisis. Este cambio hacia lo que de la Mare denomina la “imaginación juvenil” es crucial. No todos los niños pierden la capacidad de conectar con lo fantástico. Algunos pueden mantener una chispa de esa imaginación infantil a lo largo de su vida adulta, enfrentándose al mundo real con una perspectiva que no excluye lo maravilloso y lo fantástico.

La diferencia entre la imaginación infantil y la juvenil se basa en cómo las personas responden a la realidad. Las personas con una imaginación más juvenil tienden a abordar la vida con un enfoque lógico y racional, mientras que aquellas con una imaginación infantil más desarrollada se guían por intuiciones, corazonadas y sentimientos que no siempre pueden ser explicados por la razón.

Los cuentos de hadas, entonces, juegan un papel importante en la vida de quienes se sienten atraídos por ellos. No son solo relatos infantiles, sino puentes entre dos tipos de imaginación: la que busca lo maravilloso y la que se conforma con lo comprobable. Para las personas racionales, estas historias pueden ser vistas como bellas y entretenidas, pero nunca completamente reales, no encajan dentro de las estrictas categorías de lo verificable. En cambio, aquellos que se acercan a los cuentos con una mente más intuitiva pueden ver en ellos una forma de verdad más profunda, una verdad que no se mide por las reglas del mundo físico, sino por lo que se siente en el corazón y la imaginación.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 90

Entradas que pueden interesarte