ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 98 | 04.07.2025

EL LIBRO QUE DEFENDIÓ LA CAZA DE BRUJAS


Cuando hablamos de brujería solemos pensar en supersticiones, persecuciones injustas o cuentos de terror. Pero para Montague Summers, un clérigo inglés con ideas tan extravagantes como férreas convicciones religiosas, la brujería no era una invención ni una metáfora. Era una amenaza real, tangible, y profundamente maligna.

En 1925 publicó un libro que aún hoy levanta polémicas: una obra titulada, sin vueltas, “Historia de la brujería y la demonología”. Pero lejos de adoptar una mirada neutral o académica, el autor se lanza en una cruzada intelectual para justificar los procesos medievales contra las brujas. Su tesis es clara desde el inicio: las brujas existieron, conspiraban contra la Iglesia, y rendían culto al mismísimo demonio.

La publicación de este libro fue, en parte, una respuesta directa a las ideas revolucionarias de la antropóloga Margaret Murray, quien en esa misma época proponía que los rituales atribuidos a la brujería no eran prácticas diabólicas, sino residuos de antiguas religiones paganas mal interpretadas por el cristianismo. Para Murray, lo que se conocía como brujería era la continuación oculta de cultos antiguos vinculados a la naturaleza y a dioses como el cornudo Cernunnos. En cambio, para Summers, esa teoría era poco menos que una herejía académica.

La visión del autor no deja lugar a grises. Para él, las mujeres acusadas de brujería no eran víctimas de la ignorancia ni de la represión, sino culpables de actos satánicos, de participar en aquelarres, invocar demonios, preparar brebajes venenosos y corromper a la sociedad desde las sombras. Lo dice con un tono solemne, casi profético, convencido de que la bruja no solo era enemiga de Dios, sino una infiltrada en la civilización cristiana con intenciones destructivas.

A lo largo del libro, intenta sostener su visión con una mezcla de anécdotas, documentos antiguos y afirmaciones categóricas. Rara vez ofrece pruebas concretas. Lo que predomina en sus páginas es una construcción literaria brillante, cargada de estilo, pero vacía de datos verificables. Sus argumentos, aunque envueltos en una prosa elegante y convincente, se apoyan más en la fe y la retórica que en la investigación histórica rigurosa.

Uno de los pasajes más recordados, y también más polémicos, describe a la bruja como un ente parasitario, dedicado al mal, manipulador, que actúa como espía del infierno en la tierra. Una figura que no solo embruja, sino que propaga enfermedades, altera el orden social y desafía a la autoridad religiosa desde lo oculto. Esa descripción, aunque excesiva, muestra hasta qué punto creía en la existencia concreta del mal encarnado.


Pero lo más inquietante del libro no es su postura ultraconservadora ni su desprecio por las teorías modernas. Es su capacidad para seducir con palabras. A pesar de su contenido agresivo, el texto está escrito con una precisión que cautiva. La combinación de erudición con fanatismo da como resultado una obra incómoda, fascinante y oscura. Como si se tratara de un sermón literario salido de otro tiempo.

En la época en que fue publicado, el libro fue objeto de intensas críticas. La mayoría de los historiadores serios lo consideraron un retroceso, una visión anacrónica más cercana al siglo XV que al siglo XX. El texto encontró eco en ciertos sectores religiosos y también entre los amantes del ocultismo, que veían en el autor a un defensor apasionado de lo sobrenatural.

Lo curioso es que Summers no fue un marginal. Estaba bien formado, tenía conocimientos sólidos de latín, teología y literatura. Pero decidió volcar su talento al servicio de una visión del mundo profundamente dual: bien contra mal, Dios contra el demonio, Iglesia contra brujas. Y escribió su obra como si fuera un manual para identificar y condenar al enemigo invisible.

Hoy, al leer “Historia de la brujería y la demonología”, uno no puede evitar sentir que está frente a una pieza arqueológica del pensamiento, un testimonio de la lucha cultural entre la fe y la razón, entre el pasado medieval y la modernidad que avanzaba. En el fondo, Summers no escribió solo sobre brujas. Escribió sobre su propio temor a que el orden divino fuera desplazado por un mundo donde ya nadie temiera al infierno.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 98

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