ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 101 | 25.07.2025

SEXO, CULPA Y PODER, DE LA CAMA AL CONVENTO (Parte 2)


Continuando con nuestro recorrido por los laberintos del amor medieval, nos adentramos ahora en la segunda parte de esta historia: donde las emociones, la política y la fe se entrelazan en un juego peligroso. Porque si en la Edad Media había espacio para el cariño y la devoción, también lo había para el control, la manipulación y los vínculos impuestos.

Muchas veces, los matrimonios eran simples acuerdos económicos o alianzas estratégicas. Cuando una mujer no podía concebir hijos o perdía el favor de su familia política, era común que terminara en un convento. Su esposo, lejos de guardar luto, se volvía a casar antes incluso de que ella tomara los hábitos. Aunque la Iglesia promovía la indisolubilidad del matrimonio, los intereses dinásticos pesaban más.

Aun así, el amor verdadero no era imposible. Existen relatos de mujeres que seguían a sus maridos al exilio, al campo de batalla, o que permanecían junto a ellos en la desgracia. También hay testimonios de hombres que lloraban sinceramente la muerte de sus esposas. La historia de Margery Paston, una noble inglesa del siglo XV, lo ejemplifica: escribió cartas rogando a su esposo que no la abandonara, asegurándole que prefería trabajar como cualquier mujer pobre antes que separarse de él.

Pero el amor fuera del matrimonio, aunque común, comenzó a ser castigado con dureza a medida que la Iglesia Católica ganaba influencia. Las relaciones homosexuales, que durante siglos fueron ignoradas o toleradas, pasaron a ser perseguidas y condenadas al fuego. Los baños públicos, donde ocurrían encuentros sexuales, fueron clausurados bajo el pretexto de la decencia, lo que trajo una ola de deshigiene que se extendería hasta el siglo XVIII.

Incluso dentro del clero, la represión afectiva no lograba cumplirse del todo. A pesar de los decretos del celibato, muchos sacerdotes vivían con mujeres, tenían hijos e incluso formaban familias paralelas. El celibato impuesto no siempre era practicado, y la figura del cura con pareja secreta era tan conocida como tolerada por las comunidades.

El gran interrogante, sin embargo, permanece: ¿existía el amor tal como lo entendemos hoy? En una época donde la obediencia y el deber estaban por encima del sentimiento, las muestras de afecto eran raras, pero no inexistentes. A pesar de todo, el ser humano seguía sintiendo, deseando, amando.

La Edad Media fue una era de tensiones: entre la carne y el espíritu, entre el deber y el anhelo, entre la norma impuesta y la libertad íntima. No todo era oscuridad. Bajo capas de represión, también florecían historias de entrega, pasión y esperanza.

Y quizás esa es la enseñanza más poderosa de este viaje al pasado: que incluso en los contextos más adversos, el amor se abría camino. Con silencios, con riesgos, con coraje.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 101

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