ESCUCHA EL #EXPEDIENTE Nº 62 | 04.10.2024

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CASARSE CON UN DIFUNTO

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Una práctica legalmente reconocida en Francia, plantea interrogantes sorprendentes sobre la posibilidad de unir destinos más allá de la muerte. Aunque la diferencia entre los vivos y los muertos es innegable, jurídicamente comparten el derecho de contraer matrimonio. En el pequeño pueblo de Dizy-le-Gros, Francia, Karen logró realizar su sueño al casarse con Anthony, quien había fallecido dos años antes en un accidente automovilístico.

El único país occidental que permite legalmente estos matrimonios es Francia, respaldado por el artículo 171 del Código Civil Francés. Esta disposición autoriza al presidente a permitir el matrimonio post-mortem si se cumplen ciertos requisitos, como la confirmación inequívoca del consentimiento antes del fallecimiento. La legislación francesa retrocede los efectos del matrimonio al día anterior a la muerte, excluyendo derechos sucesorios y regímenes matrimoniales.

A pesar de la rareza legal, Francia registra anualmente alrededor de 50 matrimonios post-mortem. Estos casos, históricamente vinculados a la muerte de soldados en conflictos bélicos, buscan proporcionar un marco legal a las parejas e hijos, evitando la ilegitimidad.

El matrimonio post-mortem no es exclusivo de Francia. Alemania tenía una figura similar, el “Leichentrauung”, permitiendo casarse con un soldado fallecido en combate. Incluso contemplaba el “Totenscheidung” o divorcio post-mortem en casos de comportamiento indigno por parte de la viuda. Este contexto remarca la delicadeza de casarse con un difunto, exigiendo fidelidad y dedicación equiparables a un matrimonio convencional.

Una mirada más detallada revela las desventajas de extender legalmente la existencia de una persona fallecida. Históricamente, esta práctica condujo al vergonzoso episodio del Sínodo Cadavérico en 897, donde el papa Esteban VI exhumó y condenó al papa Formoso, generando un escándalo en la Iglesia Católica.

La aplicación de la ley francesa ha llevado a situaciones grotescas, como el peculiar caso del poeta Conde de Lautréamont. Fallecido en 1870, su obra, “Los Cantos de Maldoror”, alcanzó notoriedad post mortem. En 2004, una joven estadounidense solicitó legalmente casarse con el Conde, 134 años después de su muerte, pero la petición fue rechazada.

Aunque vinculado a la historia militar, su aplicación contemporánea revela la complejidad de mantener una relación legal más allá de la muerte, generando situaciones insólitas y cuestionamientos sobre la naturaleza de las uniones matrimoniales.

Recopilación
El PELADO Investiga
# EXPEDIENTE 27

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