La leyenda que rodea a este grimorio amplifica su aura. Según se cuenta, el monje Herman, deseoso de realizar una obra monumental que honrara eternamente a su monasterio, se comprometió a escribir este libro en una sola noche, enfrentando una tarea imposible. Se dice que, desesperado, vendió su alma al demonio para obtener la habilidad de completar tan colosal obra en un tiempo tan breve. Según la tradición, la imagen real de Satanás adorna las páginas del códice como parte del pacto infernal.
A pesar de estas historias, la realidad del Codex Gigas es fascinante por sí sola. Primero ubicado en el monasterio de Bohemia Podlažice, donde tuvo su primera biblioteca, se considera poco probable que se haya escrito allí debido a la magnitud y diversidad de su contenido. El nombre de su autor, Herman, se refiere a Hermanus Monachus, que significa "el monje recluido", y es el único rastro que queda de su identidad.
La historia del códice está plagada de calamidades para aquellos que lo poseyeron. El monasterio enfrentó crisis económicas tras adquirirlo, y otros propietarios sufrieron desgracias similares. Incluso el príncipe Rodolfo II de Habsburgo, un estudioso del ocultismo, experimentó un declive físico y mental tras obtenerlo, sumergiéndose en una serie de excentricidades y perdiendo el poder.
Tras pasar por varias manos, el Codex Gigas finalmente fue llevado a Estocolmo por las tropas suecas en 1648, donde se convirtió en una joya de la biblioteca de la reina Cristina. Sin embargo, enfrentó su mayor amenaza durante un incendio que consumió parte de la colección. Dos sirvientes arrojaron los 75 kilos del libro por una ventana, salvándolo del fuego. Media docena de enanos de avanzada edad, también incautados de los bienes de Rodolfo con propósitos decorativos, no corrieron la misma suerte.
Recopilación
El PELADO Investiga
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